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PROBLEMAS MISIONALES 317 Al fin del siglo v, cuando se fué introduciendo la costumbre de bautiz:1r a los infantes ant'es de llegar al uso1 de la razón, se encargaban los padres y padri– nos de instruirles cristianamente. San Cesáreo escribió sermones para enseñar los deberes de los padres y padrinostsobre este punto (P. L., 39, 1751, 2071). En el período de la Contrarreforma se multiplicaron los catecismos y las Asociaciones de la doctrinc1 cristiana, en las cuales tomaban parte los sq¡la– r'es. El Concilio de Aix (1585) ordenaba cofradías de la doctrina cristiana formadas por hombres que los domingos y días del fiesta enseñaban el cate– cismo (para esta cuestión se puede consultar Dict. de Théol. Cath., v. Caté– chisme). En la época contemporánea, en la organización ingl•esa de las conferencias de los legos Catholic Evidance Guild, bajo la vigilancia del cardenal Bourne, de Londres, algunos fieles, después de haber recibido una instrucción conve– ni'¿nte, se esparcian por los barrios de la ciudad e improvisaban tribunas para explicar la doctrina cristiana. En España, en casi todas las p,:rroquias, los jóvenes de ambos sexos y personas instruidas explican los domingos y días festivos la doctrina a los niños. Hay también escuelas. dominicales con el mismo objeto. Las Terceras Ordenes religiosas tienen también a su cargo las obras de los catecismos. Las Asociaciones Marianas y otras similares trabajan con celo por la enseñanza de la doctrina cristiana en forma de catequesis .. , En la actualidad la Acción Católica presta una ayuda grande a los párro– cos en la enseñanza del catecismo, El derecho eclesiástico expresamente reivindica a la Iglesia el derecho de fondar 'escuelas de cualquier disciplina, no sólo elementales, sino también me– dias y superiores (can. 1375). Todos los laicos pueden, a lo menos indirecta– mente, cooperar con su influencia y con los medios económicos a esta forma de magisterio. Después del ministerio sac'e'rdotal, la obra más íntimamente li– gada a la Accion Católica es el apostolado cristiano de la enseñanza cristiana. La participación al magisterio eclesiástico es, en consecuencia, una participa– ción al magisterio d'e Cristo. Los laicos y el ministerio de la santificación.-La Iglesia ejerce el ministe– rio de la santificación principalmente por medio de los sacramentos. Los legos no pueden administrar ningún sacramento per se. Sólo en caso de necesidad pued'en administrar el bautismo. Más adelante veremos lo que pueden indi– rectamente en cuanto a los demás sacramentos. El sacerdote es el ministro ordinario del bautismo solemne. El diácono es ministro extraordinario, que no puede darlo sin necesidad y licencia del obis– po o del párroco (can. 741). El bautismo no solemne puede ser administrado por cualquiera, empleando la materia y la forma y la intención debida {can. 7 42). Debe: pref'erirse, si es posible, el sacerdote al diácono, éste al sub-– diácono, el clérigo al laico (can. 742, § 2). Estas son normas del derecho canónico. La administración del bautismo por los seglares en casos de necesidad es muy antigua. San Cirilo de Jerusalén dice qu•e el bautismo puede ser conferido por los ignorantes y por los doctos, po'r los esclavos y por las personas libres (P. G., 33,. 1009).
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