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18 P. PÍO DE MONDREGANES gar la prens'a misional, hablar de las Misiones, opportunc et importune, en los púlpitos, en las catequesis, en las escuelas, en las cátedras, dondequiera que se presente la ocasión. Debe hacerse mendigo por Cristo, pidiendo 'el óbolo de la caridad; rogar y hacer rogar constantemente en público y en privado por 'el triunfo del apostolado. La obra de las, Misiones depende en gran parte del sacerdote, como escribe Pio XI en la Encíclica Ad catholici sacerdotii: "Atque etiam Missionalium opera---dice-quae eam tam locupleter se dila– tandi facultatem ost'endit, qua ex divina virtute Ecclesia praedita est, pro.– vehitur maxime et ad felicem exitum deducitur a sacrorum administris, qui íidei praecones caritatisque sequestres, imnumeri.,; exantlatis laboribus, divini R•egni usquequaq,ue proferunt atque propagant'' (5). Ahora bien, ¿cómo podrá el sacerdote comunicar a los demás el espíritu misionero si no lo posee? ¿Cómo podrá poseerlo sin formación adecuada? El axioma filosófico Nihil volitmn quin praecogniium tiene aplicación en todos los órdenes de la vida. El sabiQI Pontífice Pío XI, en la inauguración de la gr;:mdiosa Exposición Misional Vaticana, en diciembre d'd año 1924, decía: "Es siempre la región de las ideas de donde descienden las grandes directrices de la acción" (6). Si queremos que la acción misionera sea eficaz y perseve– rante es necesario orientarla científicamente. Los grand•es saltos de agua aban– donados a las leyes de la naturaleza poco o nada producen; pero debidamente aplicados por la inteligencia humana originan enormes potenciaks d•e energía. Análogamente el movimiento misional moderno, rectamente dirigido por los sabios y sólidos principios de la ciencia, ejercerá un poderoso influjo en d apostolado católico y multiplicará sus resultados. Por 'esto escribía el conoci– do misionólogo J. Schmidlin: "El punto de partida, el presupuesto necesario, el fin del nuevo movimiento misional de los jóvenes debe ser, sobre todo, una 'explicación razonada y un conocimiento exacto de la esencia y condiciones de las Misiones. Unicamente así ese gran pensamiento, asimilado por estu– diantes de todas las carreras con .'mimos juveniles, estará lejos de correr la su'erte de otros entusiasmos sin sólido fundamento, que, semejantes a un mon" tón de paja, se encienden, pero su llama luego se extingue. Sólo será fruc– tuoso y perseverante el entusiasmo que s'ea consciente y nazca de la convic– ción razonada, apoyada en el conocimiento crítico y técnico de las Misiones ... P01que es imposible colaborar en la obra de las· J\.iisiones sin afición; ésta supon'e el conocimiento; no se. puede conocer si no se estudia. La realidad de esta concatenación psicológica la prueban la experiencia y la naturaleza mis– ma del asunto" (7). "Es cierto-escribe el padre Charles-que: todas las teo– rías en su aplicación práctica suel•en sufrir modificaciones, y nada hay más peligroso que la doctrina absoluta que en nada tiene en cuenta los hechos; pero es también falso que el buen sentido y el 'empirismo bastan para todo" (8). Las Misiones abrazan ,una actividad importante de la Iglesia, la más ex– tensa en el espacio y en cierto modo la más int'eresante por los problemas que presenta y los horizontes que vislumbra. Ignorar esta parte del apostolado (5) <'f. Aet. A¡,. i-lcd., rn:m, tomo XXYIII, púg. 18. (U) ('f. (}. B. 'l'RAGl':LLA, Pío XI Papa missionario, púg. 1lfl. l\Iilún, rn:m. (7) ('f. J. SCIIMIDLIN, .Alcademische Missionsbliittcr, 1()13, I. pág. 11; II, púg. 8. Katholischc Missionswissenschaft, púg. 8. l\Iütrnter, 1()24. (8) Dossiers de l'action 1nissionnaire, n. 142.

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