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PROBLEMAS MISION!,LF.S 281 ftco y sus posesiones fueron repartidas entre el Japón, que obtuvo Carolinas, Marianas y Marshall, e Inglaterra, Australia y Nueva Zelanda (48). Una profunda evolución s'e está verificando en esta multitud de islas. Men– talidad y costumbres están sujetas a una severa y decisiva transformación. La Oceanía se mueve como el Africa. Los pueblos evolucionan y esperan les llegue •el día en que puedan declararse mayores de edad. IV SOBRENACIONALIDAD IDE LA lGLESI1\. La verdadera Iglesia instituida por Jesucristo es esencialmente católica. Es la Madre común de todos los hombres y con su corazón materno abraza con igual solicitud a todas las razas, a todos los pueblos, a todas las gentes de cualqui'er color o estirpe que sean, en cualquier territorio que habiten. El Sumo Pontífice Pío XII en varias ocasiones y documentos ha hablado de la sobrenacionalidad de la Iglesia. En el sermón de la Vigilia de Navidad de 1945 (49); en la alocución a los recién creados Cardenales en 1946 (50); en la Encíclica Mystici Corporis Chr:isti, de 1943 (51), y en la EvanJelii Praecones de 1951 (:i2). En la Encíclica Ad Sínarum Gentem dice: "At revera ut ad summam deveniamus eo denique pro viribus spectat ut Ecclesia nationalis, ut ::iiunt, apud vos constituatur; qua'e quidem Ecclesia, si fieret, iam catholica non esset cum universalitatem seu catholicitatem illam negaret, qua fit ut vera societas a Iesu Christo condita, supra omnes N ationes casque singulas universas am– plectatur" (53). La Iglesia, porque es católica o universal, no puede ser nacional; no puede reconocer límites ni fronteras; no puede llamarse extranjera en ningún lugar; debe llamarse y ser indígena en todas las partes de la tierra. Ahora bien, la Iglesia es esencialmente misionera, porque 'es constitucionalmente católica. El dinamismo misionero se deriva, nace y brota necesariamente del dogma de la catolicidad; y d•e ahí que el espíritu genuinamente misionero sea la expansión auténtica, el florón típico y el fruto más preciado de la misma catolicidad (54). Luego el misionero no es un 'explorador, un p,ilitico, un guerrero ... : es un enviado de la Iglesia verdadera de Cristo para establ•ecer su reino. Es Jesús que extiende: su acción redentora por medio de sus enviados, portadores de luz, d'e redención y de vida. Es el predicador o mensajero del Evangc:Íio que cumple el mandato del Maestro divino: "Euntcs docetc: omnes gentes ... ". Su (48) (-!H) (50) (fil) (52) \(fi:¡¡ núm. I, (54) tualida<l Cf. Gentes, ottobrr W:íl, púg. !l:l4. Cf. A. . l. 8 .. :11-:, Hl-Hi, 18-21. Cf. . l. ,l. K, :i1-:, Jn4H, lJl-1:íl. Cf. . l. A. N., :l5, 1!)4:l, rn:J-248. Cf. .l. .1. /,., 1::, 10:íl, 4Hí-G2S. ('f. J;(),-,;crralore Ho111a110, 2:l, XII, púg. 1: ('f.. l. l. N., J!l:í:í. torno 47, púg. '12. Cf. ,1. H.\L.ffEHHI. 8. ,T., <'ntolicidad !! Es¡iiritualidad Jlisi,,11cra, ,,n Es1iiri– Jlisionera, ¡,úgH. Gl~G2, I1urgos, 1H54.
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