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PROBLEMAS MISION,\LES 257 la teoría de las Misiones ... ". Estas afirmaciones son, ciertamente, muy gene– rnles, y no corr'esponden, en verdad, a un estudio serio y objetivo de las fuen– tes protestantes (2). No hay duda que razones externas propias del tiempo en que nació la S'eudorreforma impedían o, por lo menos, hacían muy difícil la actividad mi– sionera externa; pero esto no excluye que los reformadores revelaran sus ideas 1 misioneras en los comentarios a la Sagrada Escritura. considerada como el libro misionero por 'excelencia, y declarada por ellos como la única fuente del pensamiento teológico y misionológico. Se impone, pm~s. una revisión de los· escritos de los novadores, desde el punto de vista misionero, para conoc'er con certeza su posición histórica y doctrinal respecto a los problemas mi– sionales (3). La actividad misionera entre los protestaniPs s'e manifestó claramente a fines del siglo XVII por medio de la institución de Compañías o Sociedades que, de una manera o de otra, se ocupaban de la prop1gación del Evang'elio. Entre los anglicanos se formó en 1698 la Society Promoting Christian Knmvledge, y en 1701 la Society for the Propagaticn of the Gospel in Foreign Parts (4). La prim'era debía proveer de libros religiosos a los inglesec de la patria y de las colonias; la segunda, enviar ministros y maestros a las colonias. EI fundador de los cuáqueros, Jorge Fox (1624-1691), en 1661 envió algunos secuaces a China; el pastor puritano G. Eliot (1604-1690) se dedicó a la con– versión de los indios de Massachussets; entr'e los calvinistas holandeses ~e encuentra también algún esfuerzo; así, por ejemplo, la Dutch East India Com– pany intervino en 1622 en la fundación del Seminarium Indicum, que debía prove'er de ministros a las colonias de la Compañía. En Alemania el jefe del movimiento misionero fué J acob Spencer ( t 635-1705) , que defendió la obliga– ción de las Misiones en sus sermones predicados en, Frandort, Dr,esde, Ber– lín, etc. Además, Spencer influyó literariamente despertando las ideas misio– neras en el conocido filósofo Leibniz, que tenía correspondencia con los 1ni– sioneros de China. Un verdadero hecho misionero alemán fué la formación de la llamada Misión danesa. Fed'erico IV, rey de Dinamarca, deseaba misio– neros para la India oriental danesa; para esto confió al pedagogo Augusto (2) P .• TuA:-, MARÍA, O. C. D .. T,a idea misionera en los fundadores del Jlroteg– tantismo. Bst11dio biblioynifico preli111i11a1·, Pll .llisiones B:rtranjeras, Burgos (11)48), púg. 4:í. (3) P. .Tr,rn l\Lrni.\, O. C. D., 1. <'. púgs. 47, 49. (4) "Es admisible, hnsla C'iertü punto, quP Pll los siglos xn y xvu. y aun des,– ¡m(·s, sP lP impidió Pl dPdiearse a la obra de las :.\Iisio1ws. PPro tambi{·n es c•iprtn que nada ui nadie ha impedido a los mismos rcformadon•s justificar tcóriC'amente las l\IiHionPs y Pxarninar los fundamentos en la Sagrada EsC'riturn, que ellos han comen– tado en nnmerosas obr.ns , afirmando reiteradas veces que ella es la única y funda– mental fuente de toda la Revelación. Esta tarea, en verdad ardua, ha sido Pmprendida en nuestros días por la publicación de nn gran número de ediciones crítieas de las obras principales de los reformadores y por la publicación de ciertas coleccionf's, f'ntre las cuales la mús importan'te es el Corpus Reformatornm" (ct'. o. c., pág. 49). E•l mismo padre Juan examina críticamente esta cuestión en la segunda parte de su tPsis do!'toral: Raisons internes (cloctrinales) de la. n<'r,afion ou de l'affi1'mation de l'iclée missionaire dans le protesf.antisme tlri XVI, XVII et XVIII siecles. l\Is. fol. 307-B0S (Iloma, 1939-1940), Biblioteca de Propaganda Fide. 17
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