BCCCAP00000000000000000000392

14 P. PÍO DE MONDREGANES sia mision'era necesita de personal competente, preparado y disciplinado en d espíritu y en la ciencia, en el carácter y en la virtud. El misionero debe ser alter Christus que recorre los valles, las campiñas, los montes, las aldeas, los pueblos, las ciudad'es y las naciones, el mundo entero, predicando, instruyendo, enseñando, exhortando, bautizando, consolando, curando, resucitando, en una palabra, haciendo bien a todos. Pe,transiit benefaciendo ... Jesucristo dejó el mandato de misionar a su Iglesia, a los fieles¡ y pastor'c:s, sin excepción de tiempos, de lugares ni de personas. Hacemos, pues, un lla– mamiento a los señor'es obispos, a los superiores de Institutos religiosos, aj !os sacerdotes, seculares y regulares, a todos los católicos españoles, presentes y futuros, para cooperar, directa o indirectamente, por todos los medios posi-· bl'es, y en todo sector y radio de acción, a mentener el movimiento misional contemporáneo y aumentarlo; fomentar las vocaciones misioneras entre niños, jóvenes, estudiantes, seminaristas y colegiales; a educar las vocaciones misio– neras espiritual y d'entíficamente, estableciendo en todos los centros docentes obras misionales, bibliotecas, academias, cátedras y cursos de l\!Iisionología. Es necesario formar en nuestra Patria más y mejores misionúlogos y misio– neros, que se empapen en la ci'encia misional. No debe cejarse en el empeño de establecer un Instituto Nacional de Mi– sion"es, y una Revista Científica de Misionología, donde compatriotas y ex– tranjeros puedan contemplar los problemas de l\ilisiones pasados y presentes. Nuestro lema debe s'er: trabajar, trabajar, trabajar, pero trabajar con orden, ciencia, organización y método; trabajar unidos, imparc:ü:les y desint'eresados, sin estridencias, sin intereses personales, sin egoísmos destructores ... Pongamos manos a la obra y miremos a la cumbre luminosa de nuestra historia y a las sublimes epop'eyas de nuestros misioneros. Recordemos el es– plendor de santas empresas y heroicas hazañas de Raimundo de Peñafort, Vicente Ferrer, Luis Beltrán, Valentín de Berrieoch•ea, Francisco Javier, Pe– dro Claver, Francisco Solano, Toribio de Mogrovc:jo, Juan de Prado, Zuazo de Medina, Francisco de Pamplona, Clar'et, Esteban de Adoain, Valdeviejas, José de Carabantes. Traigamos a la memoria los nombres ilustres de Las Ca– sas, Boíl, Quevedo, Jimérrez, Perea, Trasierra, Alvarado, Anchieta, Juan Ta– d'eo, Urdaneta, Sánchez, Olmedo, Plasencia, Veracruz, Alfaro, Zumárraga, Junípero Serra, Coll y Armengol, Fulgencio Torres y otros mil. Pongamos manos il la obra y estudiemos los archivos de Indias y Siman– cas, las obras de Focher, Valadés, de Solórzano, Acosta, Torquemada, Juan de la Concepción, Vitoria, Soto, Suárez, Castro ... Pongamos mano a la obra y c:ontemplemrn, al hérc,e mallorquín: al mátir qu•e rubricó con su sangre la fe de Jesucristo; al apóstol misionero que corre por el norte de Africa, por Oriente y por toda Europa predicando el Evan– gelio1 al místico enamorado, como la Virgen de Avila y Juan de la Cruz, que canta el sublime epitalamio del Amigo y del Amado; al santo gue, a los ochen– ta años, vuela en alas de su celo a las playas del Africa y predica el Evan– gelio en la plaza de Bugía; al caballero andante de la Edad M>edia que se lan– za en busca de extrañas aventuras con el fin de formar un nuevo reino para Jesucristo y someter al mundo entero al imp·,~rio de su Cruz; al gran uidente que planea en perspectiva de un modo certero y fulgurante el Instituto Orien-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz