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204 P. PÍO DE MO:--.DREC;A:'iES Si nosotros miramos al seráfico fundador veremos cómo, después de co– nocida la voluntad de Dios por medio d" fray Silv•estre y sor Clara, se de– dicó a la predicación en Italia, Francia, España ... y llegó hasta predicar la fe al sultán de Egipto. Es maravilloso su celo• por la salvación de las almas ... En el capítulo IX de la regla se trata explícitamente de los pr·edicadores; y en el XII de los que quieren ir entre los sarracenos y otros infieles. Las Constitucion'es dicen; "Porque el evangelizar la palabra de Dios es uno de los más dignos, útiles y altos oficios que hay en la Iglesia militante, y de él depende en gran parte la s::ilvación del mundo, por lo cual Jesucristo, Nues– tro Dios, lo tuvo tan en su corazón que Él por si mismo lo quiso ejercitar con todo el f•ervor de su caridad divina; a fin de que no falte en nuestra Or– den tan noble, excelente y provechoso ejercicio, con grave detrimento de las almas, se ordena que en cada provincia se 'establezcan devotos estu– dios ... " (18). Más adelant'e, en el número 198, aüade: "A ninguno se confie– ra el oficio de predicador sin cerciorar3e bien cíe que es de s&nta y ejemplar vida, de claro y maduro ingenio, de firme y ardiente voluntad. sabi'endo que la ciencia y elocuencia sin la caricL,d no edifican, antes bien muchas veces destruyen; pues, según San Gregario, facilm'ente es despreciada la predica– ción del que lleva vida disipada... ". En el capítulo XII, número 240, tratando de las Misiones, dicen: "Ya que nuestro seráfico padre deseó ardi'entemente la conversión de los infieles, por esto se ordena, para gloria de Dios y salvación de los mismos, en conformi– dad con la regla, que si algunos frailes, inflamados en el amor a Cristo ben– dito y en el celo de la fe católica, quisieran por divina inspiración ir a pre– dicar¡ a los infieles, recurran al ministro general por medio de los superiores provinciales; mas el ministro general. scrv3tis de iurc servandis, 'envíe a las l\Iisiones a los que juzgue idóneos para tal obra". Toda nuestra legislación y todos nuestros estudios están impregnados de <'.Spíritu apostólico. Nuestras finalidades apostólicas están hrillantcmente confirmadas por las grandes figuras de predicadores, de misioneros, de varones apostólicos, que podemos admirar e imitar. .. Es cosa tan clara que no nos det'enemos a comprobar este aserto con una documentación histórica, porque sería inútil repetición de lo que tantas veces hemos leído en los iibros históricos de nuestra Orden. III. FORMAS DE APOSTOLA'DO. El apostolado evangélico,· que ti'ende a comunicar la verdad y la bondad a todos los hombres, se puede ejercitar de muchas maneras. No se comunica el bien solamente gritando desde los púlpitos de las iglesias, a las cual-es mu– chos no concurren para oír la palabra de Dios. El verdadero apóstol debe difundir la bondad de todos los modos posibles. Indicaremos algunos más principales: a) Con el ejemplo.-· El ejemplo es una escuela muda. Las palabras mue- (] i-:) t'ap. 1X.
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