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PRO'lLD,!AS MiSIONALES 199 del Nuevo Testamento? ¿Por qué fundó su Iglesia católica, apostólica, ro– rnana?-Esas son cosas de Teología.--¿Y qué es la ascética, y la mística, y la espiritualidad misionera, sino la Teología vivida, s'entida, practicada? ¿Pma qué los Pontífices recomiendan ias Misiones, las Obras Pontificias, las voca– ciones misioneras, las plegarias y los sacrificios por las Misiones? ¿No ha considerado usted los millones de hombres que están todavía fu:na de la Igle– sia? ¿No nos dice Jesús que la mies es mucha y los operarios pocos, y que roguemos al dueño de la mies para qu•e envíe más obreros a su viña? ¿No ha leído usted en los Hechos el sueño de San Pablo cuando le clamaba el mace– donio: Transiens in Macedoniam, i.ldilwa nos? (59). Usted debe insitruirs'e en las Misiones, no ser bn ligero en hablar y per– suadirse de que esta hora en que vivimos es la hora de extender rápidamente el reino de Dios; •es la hora de trabajar y orar por d mundo infiel. Este es un deber que nos incumbe a todos y particularmente a los :religiosos: Orar y trabajar incesantemente por el triunfo del reino de? Cristo en 1cl mundo ,_:ató– lico, herético e infiel. CONCLUSIÓN. Religiosos todos, de vanguardia o retaguardia, de vida contemplativa D activa, de antigua o reci>ente fundación, sed apóstoles. Obsecn, itaq11c vos ... ut digne ambul,etis vocatione, qua vocati estis (60). Cada uno siga la vocación a la cual ha sido llamado, trabaje por conseguir los fines generales y particu– lares del Instituto a que pertenece, am'e a su fundador y a sus reglas, a aus glorias y a sus sanil:os; pero sin exa¡¡eraciom::s. El espíritu de cuerpo es nece– sario, pero degenera si se hace exclusi¡,ista. Todos formamos un gran ejército que milita bajo la misma bandera y el mismo general, Cristo Re<lentor. Nues– tra empresa es conquistar al mundo entero para Dios; cada cual guarde su puesto y preste sus fu•erzas. Con distinto uniforme, por diversas vías y rnn medios accidentalmente diferentes conspiremos a los mismos fines. Sin per– judicar en nada a nuestra vocación, antes favoreciéndola mucho, debemos s'2r apóstoles mediante la sanitificación de la propia persona y la santificación de nuestros prójimos, cercanos o lejanos, unidos con los vínculos fraternos de un bautismo, de una fe, <l'e una caridad y de una sola familia universal. Sw1cla iV!avez· Ecclesia. (fíD) .!et. Az¡., XVI, !l. (tíO) Rph., IV, l.
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