BCCCAP00000000000000000000392

PROBLEMAS MISIONALES 9 La duración del curso misional completo debiera ser, por 101 menos, d'e tres ¡iños, adaptando las materias convenientemente a la Facultad de Teología, lo que no será difícil en un buen Reglam•ento, y plan de estudios. Cada Semina– rio o Colegio tiene, por lo común, sus reglas, observancias, estatutos y pro.– gramas que a los encargados de la educación y dirección de los jóvenes aspi– rant'es les sería fácil adaptar a las exigencias actuales de la ciencia misional. En cada asignatura deben establecerse textos, cuestionarios y programas, cuya preparación será obligatoria para todos los alumnos, lo mismo que el examen oral y escrito; sería antipedagógico, y de muy 'exiguos o nulos r•esul– tados, dejarlo a la arbitrariedad de los alumnos y profesores, como sucede en algunos cuyas miras, no siempre elevadas y d'esinteresadas, podrían ocasionar obstáculos a la causa misional y perjudicar al bien común de la colectividad. Los prelados y rectores son los llam.ados a intervenir directamente en la dis– tribución y organización de los estudios misional•es, por lo menos, hasta que entren de lleno en· el plan de la ciencia eclesiástica. Para dar una orientación científica a profesores, educandos y educadores, y aun a todo 'el movimiento misional y misionero, se hace¡ necesaria la funda– ción de una Re11ista Nacional de N!isiones, donde misionófilos de todos los matices publiquen sus lucubraciones misíonales, ofreciendo, al mismo tiempo, ricos arsenales de 1\/Iisionología científica para ayuda y servicio de cát•edras. Tal es, por ejemplo, la revista alemana Zcitschri{t {iir Missionsrdssc11schaft, de Münster (3). CÁTEDRAS DE MISIONOLOGÍA EN EL EXTRANJERO: UN MODELO. Los protestantes, con mucha anterioridad a los católicos, ,trataron de los prohl'emas misionales contemporáneos y enfocaron sus energías a tres blancos principales: la organi::aci-ón, el dincm y la ciencia misionológica. Ya en 1867 abrían en Edimburgo su primera cátedra de Misionología y luego se fueron fundando otras por las naciones protestantes de Holanda, Suiza, Inglaterra, Alemania y Estados Unidos. Y hoy se pu'ede calcular que en más del 75 por 100 de los Seminarios y Universidades protestantes se tienen cursos r:?– gulares de esta ciencia misional. Es forzoso y vergonzoso confesar que los católicos no poc1'emos presentar un porcentaje tan elevado; pero no faltan, gracias a Dios, en la actualidad los estudios misionológicos. Se estudia y explica la Misionología en Roma, Milán, París, Lovaina, l\riünster, München, Bonn, Breslau, Friburgo, Müdling. Wurzburg, Trier y otros centros docentes del extranjero. También se dan lecciones y clases de la ciencia misional en los Seminmios de l\rfadrid, de Bar– celona, Bu•rgos, Vitoria, Comillas, Colegio Ivláximo de Oña y algunos más Pero no podemos menos de reconoe'er el mérito indiscutible de los católi– cos alemanes, que han sido los iniciadores de esta corriente científico-misional. (:l) Indico solamenl,• el fin al ¡,¡¡¡¡] sp 1khe aspirar: no ¡¡retemlo yo que Psto se realiee Pn Pl momento a!'tnal; antes soy dP parf'!'Pr que todaYÍa no está la nac-iún prepa– rnda para rralizarla. Cuúudo, c•,mo y Pn qní, forma, d tiempo y los hec>hos se enc-ar– garúu de demostrarlo.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz