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196 P. PÍO DE M01'DREGA:--.Es ¡Cuántas florecillas misiona/es pueden ofrecer los religiosos por la salva– ción del mundo infiel siguiendo la observancia regular con exactitud! Nuestros sufrimientos y sacrificios: d'e cada día y de toda la vida, unidos a los de los mision'eros que se hallan esparcidos por todo el mundo, y unidos particularmente al Supremo Sacrificio Eucarístico que se ofrece diariamente en todos los altares de la ti'crra, harán descender sobre las naciones cristianas y paganas torrentes de misericordia y de grada. 2. Espiritualidad misionera en la vida de oración.---Jesús predicaba y ora– ba. Enseñó a los discípulos el Patcr noster, que contiene peticiones misioneras como Santificctur nomem tuum ... Aclveniat regnum tuum ... Fiat uoluntas tua ... Exhorta a los discípulos: Rogate ergo Dnminun• messis, ut nuttat opernrios in messem suam ( 45). Los apóstoles eligen a los diáconos para que ellos pue– dan tener más tiempo para la predicación y la oración (46). San Pablo es– cribe a su discípulo Timot'eo que ruega por todos pro omnibus hominibus ( 4 7). La Escritura y la Tradición están llenas de t,:xtos en los que se recomien– da la oración por nosotros y los. demás. Estas mutuas oraciones se fundan en el dogma de la comunión de los santos, por la cuul dice León XIIL: Mutua dl1.tilii, e:tpiationis, precum, bcneficiorum comm1mit·at10 ínter fideles in una:n coalcscentes civitatem, cuills caput Christus, cuius forma caritas (48). Orate pro inuicem ut salvemini, dice Suntiago (49 J. Este es el grito de la Revelación, de la Tradición cristiana, de los Pastores de la Iglesia. ¿Si todos los cristianos 'están obligados a ornr, cuánto más los religiosos, quienes, por razón, de su estado, una buena parte de su vida deben ocuparse en oraciones vocales o mentales? ¿ Y con cuánta mayor razón los religiosos de vida con– templativa, cuyas principales ocupaciones son el culto divino y las obras d·e piedad? Por este motivo los últimos Sumos Pontífices han recomendado vivam'ente la oración a todos, pero particularmente a los Teiígiosos que abrazan este gé– n'ero de vida. Pío XI, en la aprobación de la regla de los cartujos, afirma: "Multum plus ad Ecclesiae incrementum et humani generis salutem, conferre eos, qui assiduo precum macerationumque officio funguntur, quam qui domi– nicum agrum laborando excolunt; divinarum enim grath1rum copiam nisi in agrum irrigandum illi e coelo deduc'erent, iam l'.Vangelii operarii e suo labore fructus perciperent" (50). Pío XI, en la Encíclica Rerum Ecc/esiac, dice: "Deseamos que... de todas las casas y converutos de religiosas suba a lo alto todos los días la oración y baje sobr'e tantos hombres desgraciados y tan numerosa raza de gentiles la misericordia de Dios" (51). Entre' toda clase de oraciones se debe dar prefe– rencia a las de carácter litúrgico por ser más universales, más sublimes, más dir'ectamente inspiradas por la divina Sabiduría. El centro de nuestra devo- (45) Lrc., X, 2. (46) ,tct., VI, 4. ('17), 1 'l'inz., II, 14. (48) }Jncícl. .llirae ('aritatis, 2",, Y, lü02, A.. ,e;. S., :l4, 649. (4B) L\C., V, 16. (50) ,L 11. S., W2·1. XYI, ::85. (51) A., A. S., 1D2G, XYIIl, pág. 69.
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