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PROBLEM.l\S MIS!O'.'JALES 189 palabras se pueden aplicar a: todos los fieles que deben aspirar a la perfec– ción de la vida cristiana en cualquier estado tn que se encuentren. Pero, además de esta perfección común, hay otra especial propia del es– tado religioso, que consiste en la observancia d•e los consejos evangélicos y el cumplimiento de las obligaciones que impone b profesión religiosa en un Instituto determinado. Dios elige a los que qui'ere y los coloca en el jardín ameno de la religión para que den frutos de santidad. Ego elegí t'OS, et posüi vos, ut eatis, et fructum afferatis (1 O). A esta por:::ión escogida por Dios 1~n el seno de su Iglesia para destinos tan elevados y nobles se le puede aplicar las palabras de San Pedro: V os autem genu.; e/cctum, ¡,cgale sacerdotium, pens sancta, populus acquisitionis: llt ¡,iz-tutes a11,11mfiel-is eius. qui de tenC'– bris POS i•ocavit in admirabile lumen suum (11). La vocación a la vida religiosa ti.ene un elemento común a todos los Ins– titutos, que es s•er imitadores de Cristo. Nam quos prnes:::hit, et prEwdestill[wit confornu,s fieri imaginé Fi/ii sui, ut sit i¡ise primogcnitus in multis fratri– bus (12). Seguir a Jesucristo, imitar a Jesucristo, creer en Jesucristo (13), re– vestirse de Jesucristo (14). Durante su p'ermanencia mortal en este mundo qniso tener amigos, ínti– mos, imitadores, y éstos fueron los npósitoles, los discípulos, las piadosas mu– ¡eres que se pueden considerar como las primicias de la vida religiosa. Ahora quiere almas consagradas a Él para que le sigan de cerca, para qll'e sean ins– trumentos de sus conquistas, propagadores de su reino y anunciadores de su doctrina. Los religiosos, por razón de su estado, deben continuar la obra del Primer lv!isionero que vino a redimir la humanidad caídr.; a mostrar el camino del cielo; a comunicar la vida sobrenatural a los hombres; a dar su vida por ia salvación de todos. 2. Ei estado religjoso y los amores misionales.-Es evidente que los fines principales de las Misiones son la gloria de Dios, d·e Jesucristo Redentor, el establecimiento de su Iglesia, como medio de salvación ordinario, y la salva– ción de las nlmas redimidas con la sangre del Salvador. A estos cuatro fines deben corr'esponder h1mbién cuatro amores, porque son cuatro bienes o móviles de la voluntad. Todos los cristianos_ est.ín obliga– dos, según sus fuerzas y posibilidades, a trabajar por la consecución de estos fines; pero los religiosos, en virtud d•e su estado y de la vocación especial que han recibido, deben brillar de una manera especial, mucho más esplen– dente, generosa y universal. a) Deben brillar en el amor de Dios.--La gloria de Dios es el último y rnpremo fin de toda espiritualidad misionera. El resorte que debe mover, en último análisis, toda la vida espiritual del religioso es el amor de Dios Trino ;' Uno. El religioso, colocado por vocación divina en un estado privilegiado, debe mostrar al Padre celestial un amor de agr aJecimie11to por la vocación (10) Iü.\:XX., XV. IG. (11) J Petr., II, (l. (12) Rom., YIII, W. (13) Bph., IV, 15. (14) Rom., XIII, 14.
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