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PROBLEMAS i\IISIONALES 187 aquí por espiritualidad misionera? ¿En qué consiste esa !11oclalidad especial. esa característica particular que se clesl?a y se exige en los estados de perfec– ción con mucho mayor motivo que en la masa de los fieles? No se clelYe suponer o concebir nada percqrino o e:>..traño a la vida de per– f'ección evangélica profesada por los religiosos; debe ser dgo que brote es– pontáneamente de la naturaleza del mismo estado, como una consecuencia del espíritu genuinamente evangélico. ]\.'Ie parece que la ~spiritualidad misionera del religioso no es otra que la del mismo Cristo que penetra, vivifica y anima la vida de la persona quu voluntariamente abrazó seguirle. El verdadero espí– ritu religioso brota del Corazón de Cristo, que viene por todos, que muere por todos, q;ie se da en) aliment.o eucarístico a todos, que abraza a todos, que es, •en una palabra, zmiucrsal. La espiritualidad del religioso, cuya misión es imitar a Cristo, no debe ser egocéntrica, interesada, restringida, sino univer– .',a/, difusiva y comunicativa a todos. El religioso, en su vida de santificación, de oración, de sacrificio, de soledad, de silencio, de obs•e1vancia, de contem– plación, debe abrazar a todo el mundo, a ,todos los hijos del Padre Nuestro que está en los cielos; a todos los hermanos redimidos con la Sangr'e de Cristo. Asi, pues, la espiritualidad misionera de la vida religiosa vendría a ser como una tendencia a polarizar la vida de perfección evangélica hacia los probl'c:mas misioneros; como un matiz especial del espíritu ¿vangélico; como una tonalidaci singular en perfecta armonía con el espíritu que la Iglesia católica manifi'esta en nuestros días, según las exigencias de los tiempos actuales. Hoy se habla mucho de lo que en italiano s•c: dice aggiornamento, es decir. cYlar al corriente, ponerse al día, udaptarsí' a las exigencias de los tiempos, modernizarse ... Esta y otras expresiones pu•eden interpretarse erróneamente, porque el Evangelio, la fe, las virtudE's, las verdades, la santidad no cambian ni pueden cambiar. Pero, drn.tro del marco cic h, santidad, pued•e haber tona– lidades diversas que se adapten a lé,s exigencias del tiempo, a las circunstan– cias del momento; pued'en usarse métodos nuevos, motivos de actualidad, nue– vos irradiadores de luz, de calor y rle vida. La vida religiosa debe orientarse según la vida Je la Iglesia; vivir de sus ser.timientos y de sus id'eéiles. Es un deber de supC'.riores y de súbditos seguir las directrices que traza la divina Providencia inefable, con mayor motivo la Iglesia, que es la Esposa de Cristo. Considerando la importancia y finalidad que los Institutos rellgiosos tienen en la Igl•esi& es necesario que se preparen para cumplir como se debe con lo¡ que la misma Iglesia les pide y les enseña. La espiritualidad religiosa debe impr'<'gnarse del espíritu misionero que anima actualmente a la Iglesia, revestirse de es2.s características de universalismo, de conquista, de entrega y sacrificio, no sólo por los h•ermanos próximos, sino por los hermanos lejanos y desconocidos. Interesarse y rogar, no sólo por mis parientes, mis hermanos en religión, mis bienhechores, mis confesor'es.... , sino también por los misioneros lejanos que están en las avanzadas, por el infiel agonizant2 que no tien'e sacerdote a s,u lado, por el niño que no tiene una ma– dre que le cuide; por la edificación del Cuerpo Místico de Cristo, por la ex– tensión de su reine>. Como dice el padre Tragella, una pi•edad, una espiritua– lidad limitada, angosta, cerrada dentro de las vallas puestas por nuestro celo

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