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PROBLEMAS MI,IONALES 177 y todos los sacrificios inherentes a la vida del misionero no bastan para ase– gurar el éxito del apostolado. Si se quiere recoger por completo el fruto de esos sacrificios, y de toda esa labor preciso_ es pedir a las ciencias luces que permitan distinguir el camino más recto y que sugieran los métodos más efi– caces. Así se ve en la industria, en el comercio, en todas las manifestaciones de la vida económica. Las fvlisiones no pueden ni deben sustraerse a estas exigencias características de nuestra época" (28). Qui'en crea, pues, inútil el aprendizaje misional es prueba evidente de que no se da cuenta de los problemas misionales, de las necesidades de la é:poca, de las normas y orientaciones de la Santa Sede, de los progresos y trabajos de nu'estros enemigos y competidores, particularmente mahometanos y pro– testantes. Una preparación sólida, profunda, metódica, procurará :rendimien– tos más abundantes y estables en el apostolado, y formará sujetos capaces de desempeña¡; los cargos de una Misión. b) Otros dic'en: "Una cosa es ver las misiones de lejos y otra cosa de cerca; la práctica no siempre se puede conformar con la teoría; es fácil en– señar desde una cátedra, pero no lo es tanto penetrar en el campo misionero y convertir a los infieles". A este propósito escribe el padre Charl'es: "Es cierto que todas las teorías, en su aplicación práctica, suelen sufrir algunas modificaciones, y nada hay más peligroso que la doctrina absoluta que ~n nada tiene en cuenta los hechos; pero es también falso que el buen sentido y el empirismo bastan para todo.... Sin penetrar biten los principios, sin cono– cer la teoría, sin orientaciones seguras en el campo del apostolado, la práctica no será siempre acertada y con frecuencia será in'eficaz. El misionero bien preparado ahorrará mucho tiempo y fatiga" (29). e) Finalmente, no faltan autores que opinan que la preparación debe hacerse 'en el mismo campo de apostolado. A esto respondemos: hace oportet f acere et ifla non omitterc. Podemos distinguir dos especies de preparación: una remota y otra próxima. Además de la preparación remota, de la cual h•e– rnos hablado, se requiere, por lo menos en algunos países, otra preparación próxima en el mismo territorio de la Misión resp•ectiva, bajo la dirección de algún misionero experimentado y docto, para que los nuevos misioneros apren– dan las costumbres locales, se adapten al clima, se perfeccionen en la lengua y adquieran todos los otros conocimientos que son necesarios para el digno desempeño de los ministerios. A este propósíto pod•emos recordar algunos Centros o Colegios n11s10ne– ros de la Orden seráfica. Los franciscanos en América meridional fundaron los Colegios Apostólicos de Propaganda Fide, que dieron magníficos! resulta– .dos. En ellos se formaban los misioneros en la santidad de vida, en 'el estudio de las lenguas de los indios y en todo lo que era necesario para ejercer el ministerio 'entre las numerosas tribus paganas que ,todavía existían. En 1682 se fundó el de Querétaro (Méjico); en 1694, el de Guatemala; en 1700, el de Ocopa, en el Perú; en 1755, el de Tarija, en Bolivia; 'en 1754, el de Chillán, en Chile, de donde salían los misioneros para la Araucania; en 1784, el. de las Mercedes de Corri'entes, en Argentina, etc. De estos centros salieron insignes (28) Cf. G. B. TR,\GELLA, Pío XI, Papa J[issional'io, púgs. 119-120, Milán, rnao. (2H) C'f. Dossiers de l'action missionnaire, n. 142. 1:!
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