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PROBLE'v!AS MISION.l\LES li3 17 de diciembre de 1647, encomendaba a los capuchinos la Misión de Amé– rica septentrional y nombraba prefecto al padre Pacífico. Con este motivo el celoso y comprensivo mision'ero intentó construir en la pequeña isla de Los Santos un Colegio de misioneros capuchinos destinados a aquellas Misiones con el: fin de que pudieran aprender las lenguas de las regiones y todo lo d'e– más necesario para ejercer decorosamente el minist'erio, pero también este se– gundo proyecto se frustró (22). Hacia fines del siglo XVIJ el padre Fortunato de Bolonia expuso a la Pro– paganda un programo de preparación para los mision•erns del Congo, según el cual antes de marchar debían permanecer algún tiempo en Roma, "ut lin– guam lusitanam addiscerent, dialecticae ac theologiae moralis studiis vacarent, animi bonam naturam et indol•em firmarent, viam ac rationem miss:one-m mo– derandi discerent, videlicet, quomodo sacramenta ministrarent, maxime bap– tisma et communionem, praescriptos ritos ac caeremonias accurate cognitos haberent, pariterque n'eophytorum nomina in apposito albo referendi rationem discerent, et alia huiusmodi" (23). El año 1691, con la persuasión y cooperación de los padres Miguel Angel de Nápoles y Jerónimo de Sorrento, el canónigo Antonio de San Felice se esforzó por fundar en Nápoles un Colegio similar al de Propaganda Fide para los jóvenes misioneros de cualquier Orden o nación, de tal modo qu'e todos los años dos o tres misioneros estuvieran preparados para estas sagra– das expediciones. Se sabe que todo •estaba ya preparado y que los profesores se ofrecían a enseñar gratuitamente, pero no se sabe qué frutos produjo ni el fin que tuvo. El Sumo Pontífice Clem'ente XI, el año 1707, manifestó la necesidad de fundar en Roma un Colegio misionero capuchino al padre Bernardinor de Sa– luzzo, procurador de la Orden, ·y al Padre Francisco Casini, predicador apos– tólico. Los superiores decidieron fundarlo separado del convesto d'e la Inmacu– lada Concepción de la plaza Barberini, e inspeccionaron los lugares de la an– tigua iglesia de San Saba sobre el Aventino, la igl•esia de Santo Tomás in Formis y la iglesia de Santa Bibiana. Cuando estaban ya para realizar la vo– luntad del Pontífice en 'este último lugar los superiores y religiosos de la pro– vincia romana recurri'eron a la Congregación y al Papa para que no se fundara otra casa capuchina en Roma, y el Pontífice, disgustado por la oposición, dió a la Basílica Liberiana los tres mil escudos cjue tenía destinados al Cole– gio misionero capuchino. Después de la promoción del padre Luis <le füilnearia, procurador de !a Orden, a predicador apostólico, el Papa Gregario XVI encargó de la Procura de las Misiones, al ministro general Eugenio de Rumilly, que había sido antes misionero. Convencido d'e las ventajas que se derivan de la institución de se– mejantes Colegios, y excitado por los deseos del Papa, se propuso fundar dos: uno en Roma y otro en Chambéry de Saboya. El 24 de abril de 1841. bajo los auspicios de San Fidel, protomártir de Propaganda, se 1, abrió ~l nuevo Co– legio en el convento de la S. Concepción, en Roma. En las letras circulares (22) ('f. =1!ELCI110tt a 1'01:uucn.1, Iíist. Oc11. Onl. FF. Jlin. ('ap., parte II, mi. II, pág. 281, Homa, W48. (2::) ( 'f. 1IELC:IIIO!t a I'oBL,\lll:l(A, (). c.. púg. 281.
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