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172 P. PÍO !JE MONDRfa;A,1'ES insiste ante el sucesor Bonifacio VIII. Finalmente, sus esfuerzos fueron co– ronados con feliz éxito cuando presentó la petició1 al Concilio de Vi'ena de Frnncia, que decretó la erección de cinco Colegios misioneros: en París, Ox– ford, Bolonia, Salamanca y Roma (19 J. Será interesante seguir las vicisitu– d•es, el progreso, los frutes de estos Centros docentes. En los siglos xv11-xvm surgió de nuevo la idea de erigir Colegios misio– neros para la formación 1 científica y cultural de los aspirantes. Los padres cam1elitas, sintiendo la necesidad de candidatos escogidos y bien preparados para 'el apostolado misionero, fundaron el Seminario de San Pablo en 1605, que más tarde se trasladó a San Pancracio, donde existe to– davía. Erigieron también otros dos Seminarios misioneros en Lavaina y en Malta. El Capítulo general de los franciscanos de :612 prescribía qu'e en los lu– gares principales, y particularmente en Roma, se estableciesen Centros de es– tudio de conformidad con las pr•escripciones de Paulo V. Diez años después surgía el Colegio de San Pedro, en Montorio, que, con el carmelita de San Pancracio, será propuesto por la Santa Sede comol modelo de todos los Cole gios similares que 'en lo futuro se habían de erigir. Los menores observantes fundaron en 1625, en el convento de Todos los Santos, de Florencia, un,1 cátedra de lengua árabe; en el 1700 se trasladó a San Bartolomé, de la Isla Tiberina, en Roma, y di•ez años más tarde Clemente XI lo declaró Colegio misionero. Los conventuales fundaron también un Colegio de Misiones en el Sacro Convento de Asís, que en 1748 se trasladó a Roma ... Los pddres dominicos abrieron un Colegio de Mision'es en l'v'Ionte Mario, en 1748. Los padres agustinos, aunque no tuvieron Colegio propiamente di,– cho, sin embargo, en 1625 se interesaron mucho por el es'tado de las l'engu3s, para lo cual dieron normas especiales en el Capitulo general del mismo año. El sacerdote te.spañol Juan Vives, residente en Roma, compró el Palacio Ferratini en la actual plaza de España, y en el año 1626 lo donó a la Con– gregación de Propaganda Fide para un Colegio de alumnos de todo el mundo, ··ex omni gente et natione mittcndorum per Summum Pontificem in universum terrarum orbem ad tuendam propagandamque catholicam fidem" (20). El año siguiente el Papa Urbano VIII erigía oficialmente te! cdebre Colegio Urbano, dándol·e una organización definitiva. Se desarrolló ulteriormente por obra del cardenal Barberini, capuchino, que lo amplió, erigió la c·apilla y fundó varias becas en beneficio de los alumnos de las Misiones (21). No tardó en sentirse la necesidad de establec'er Colegios de formación misionera en la reforma capuchina. Ya el padre Pacifico de Provins intentó fundar en París un Seminario para preparar los misioneros destinados a Afri~ ca y a América; en 1641 estab,1 ya todo preparado y obtenido el permiso del rey cuando el padre Pacífico fué destinado a las Misiones de las AntillaS1 y no se realizó •el proyecto. La Sagrada Congregación de Propaganda, el db (l!l) lJeeret11111 ('011cilii l'ie1111e11sis de .st111lii.s li11y1111n1111. Constitulione.s ('/e111c11- tinae, lib. Y, tít. l. <·av. 1, Li¡,sim•, 1022. ('f. I 11-:\lFLI:, ('harlari11111 T"nirersitatis J'ari– sicnsis, tou10 II. vúgs. 154-15:5. (:!O) ('f. C. Lo:,;mu, o. c.. ¡,:'ig. 101. (21) Cf. FELH'I" DA l'onm:rrA, O. F. :u. ('AP., ('ol/eyio i·,-1,ano rli I'ropagancla Pide, en Italia Francc.scrnw, l!J27, tomo II, ¡,úgs. 2ií5-2Ul.

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