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PROBLEMAS l\!l:i!OisALES 171 stuJiornm necessitas, ut in iis perfici possint, qui ad missiones erunt destinati, ve! ad eas se sponte offerent" (16). La Sagrada Congregación de Propaganda Fide, en 1624, ord•enó que se tuviera un curso de controversia en Roma para los candidatos que habian de combatir. contra los herejes. Desde el 1626 al 1630 este curso se tuvo 'en Bo– lonia. El ministro general Juan de Noto, en 1628, en la provincia del Piamon– te, mandó que, además del curso ordinario d•e Teología, durante todo un año íntegro se enseñaran las cuestiones de controversia para confutar a los he– rejes. Con el fin de comprender m'ejor el sentido de la Escritura se recomendaba en el Capítulo general de 1656 el estudio de la lengua griega y hebrea, par– ticularmente en las provincias dond<e se extendía la herejía (17). IV. COLEGIOS MISIONEROS. La necesidad de una formación especial para los m1s1oneros se deduce también de la institución de Colegios especiales para la cultura misionera, particularm'ente en las Ordenes mendicantes. San Raimundo de Peñafort y el maestro Ifomberto de Romanís dieron un gran impulso a la institución de Colegios misioneros en la Orden de predica– dores, particularmente al estudio de las l•enguas orientales más necesarias en aquel tiempo. En la historia de los dominicos se habla de los siguientes cen– tros, donde se debían erigir, y de hecho muchos s•e erigieron: en el año 1250 se fundó el estudio de árabe en Túnez; en 1259, el estudio de árabe en Bar– c•elona; en 1265, el estudio de árabe en Murcia; en 1281, el estudio de árabe en V a!encia; en 1281, el estudio de hebreo en Barcelona; en 1291, el estudio de árabe y hebreo en Játiva; en 1310, los 'estudios de hrbreo, griego y árabe en varios continentes; en 1333, las cátedras de lenguas en Pera y Cafa (18). De todos estos centros de •estudios se habla en los documentos, aunque no todos llegaron a realizarse. Los dominicos, a la preparación filosófica, teoló– gica y escriturística del tiempo, añadieron también la formación lingüística; y apologética para formar perfectos misioneros evangélicos. Entre los franciscanos también cxisti'eran Colegios misioneros. El año 1275 Lulio solicita la erección de un Colegio misionero al rey de Mallorca; un año despu¿s, una carta del Papa Juan XXI diriHida a Jaime I, hijo del rey de Aragón, confirma la fundación del de Miramar. Después hizo un viaje a Italia para obt'ener de Honorio, IV la formación de semejantes Colegios. A causa de la muerte del Pontífice nada pude conseguir. En 1294 presenta al Papa Celestino V y a los cardenales la célebre Petitio pro conuersione in– fiddium, donde 'expone públicamente sus planes para la conversión de los herejes e infieles con la necesaria fundación de los Colegios para el estudio de las lenguas. No habiendo obtenido nada por la renuncia d'el Pontífice, 11n) J!e ,tudiis ad ol,serrn11tia111 reuulae nostrne sJJecta11tilu1s. <>n 'I'racrc di tradi– zione so¡n·a la re:10/a dci Frati Jfinori, púgs. 41G-41H, Veneein. 17/;í). (17) <'f. l'. :\IELCIIIO!t .\. l'oBLAIWIL\, lli,t. Uen. Ord. FF. Jlin. Ca¡, .. partP II (l(il!J-17()1), Yo!. 11. púg. lGH. Horna, l!l4S. (18) ('f. t'ARLO LOX(;JII, o. e·., ¡iúg. 2G.

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