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6 P. PÍO DE MONDREGa\NES de los m1s10neros no bastan para as'Cgurar el éxito del apostolado. Si se quie– re recoger por completo el éxito de estos sacrificios y de toda esa labor, pre– ciso es pedir a las ciencias las luces que permitan distinguir el camino más r'ecto y que sugieran los métodos más eficaces. Así se ve en la industria, en el comercio, en las manifestaciones de la vida económica. Las misiones no pueden ni deben sustraerse a estas exigencias características de nu'estra época." Y al clasurarla en enero de 1926 decía: "Aquella Exposición, como improvi– sada y popular, pero que •en si encerraba tantos elementos, verdaderos teso– ros científicos, no había de clausararse, había de rendir y producir en el te– rreno de la ciencia los más copiosos frutos ... " Por razones intrínsecas y extrínsecas s'e deduce evidentemente la ;1ec:esi– dad urgente de estableC'er un cmso completo de ciencia misional en la carrera eclesibstica, a la mayor altura que nos s'ea posible. Los alemanes suelen lla– marla Ñlissionswissenschaft, y en nuestra lengua la denominamos Misiorwfo– f]ía cicntí[ica o curso científico-misional. Esta es la idea que bullía, en mi men– te hace cinco años, cuando tuve ocasión de asistir 12:n la Universidad de Münster (Alemania) a las clases del célebre misionólogo profesor Schmidlin, a quien repetidas veces oí lamentarse de qu'e en España, nación misionera Y colonizadora comoí ninguna, no se diera en la actualidad un empuje mús fuer– te y decisivo a la ciencia misional. Todos, más o menos, creo s'entimos este vacío que existe en la mayor parte de los centros docentes donde se forman los aspirantes al sacerdocio, y vemos la n'ecesidad de implantar en ellos la Misionología, que aparece/ ya con nimbos de 9loria en el horizonte de la Pa– tria. ¿Cómo y de qué manera deben erigirse estas cátedras y 'establecerse cs– to3 cursos c'entífico-misionales7 Lo iremos viendo en el desarrollo de este modesto trabajo ... I'vlATERIA.'i QUE DEBB COMPRENDER EL CURSO :'.HSIONAL. El programa d•el misionero es vastísimo. Su preparación y sus estudios de– ben extenderse tanto cuanto se dilata su\ misión y su actividad, la cuéll resume el padre Janvier en estas hermosas palabras: "Como maestro de primeras le– tras tien'c que iluminar aquellas obscuras: cabecitas; como catequista, machacar una y mil veces a niños, adultos y viejos las ideas y formulismos religiosos; como sacerdote, tiene que predicar, bautizar, casar, 2bsolver y celebrar el Santo Sacrificio; como médico, farmacéutico y enfermero ti'cne que visitar y asistir a los enfermos, preparar los remedios y aplicarlos, construir los fére– tros y sepultar los muertos; como abogado tiene que defender los pequeños contra los grand-es; al los extranjeros de los golpes de los indígenas, y a éstos del yugo de los extranjeros; como juez y pacificador tiene que reconciliar a los enemigos e impedir la efusión de sangre; como carpintero, zapatero, alba– ñil, operario, arquit'ecto o ingeniero tiene que fabricar casas, iglesias, ciudades, trazar calles, secar pantanos, trinchar árboles maléficos y plantar fructíferos, tiene que sembrar y recoger, talar los bosques y hac'er florecer los desiertos; así ejerce todos los oficios; su ,vida la pasa d•el altar a la cátedra, de la pila bautismal al confesonario, de la cuna del recién nacido al lecho del agonizan– te, de la iglesia a la escuela, al asilo, a la cantera, al laboratorio; ningún oficio

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