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PROBLEMAS 1\llSlONALES 167 ral'es y las sucesivas Constituciones la van aumentando. En los antiguos ex– positores de la regla, como San Buenaventura, Hugo de Dina, David de Augusta, Pedro Olivi, Angel Clareno y Bartolomé de Pisa, se nota la preocu– pación de poner en relieve la idoneidad de los candidatos, que consiste subs– tancialmente en una preparación espiritual, física e intelectual. San Buenaven– tura isntetiza su pensamiento dici'endo: "Idonei sunt robusti corpore, et constantes in fide, probati virtute et semper irreprehensibilit'er conversati" (3). El nuevo coeficiente introducido por los expositor'es es el estudio, tanto más necesario cuanto que los misioneros deben llevar la luz a los que', yacen en las tinieblas del error. El influ¡o del nu'evo coeficiente en la vida misionera de la Orden se revela por el apostolado de insignes misioneros adornados con los grados académicos. Juan de Piancarpine, según Salimbene, era "horno littera– tus, magnus prolocutor 'd in multis expertus". Después de su regreso del Oriente fué elegido obispo de Antivari. Su nombre se inmortalizó por la Elis– ioria Mon¡70/orum. A Guillermo de Robruk, en la Crónica de los XXIV Ge– nerales, se le llama "lector flandricus", el cual nos dejó un important'el ltine– rarium de contenido misionero. Benedicto de Polonia era un intrérprete que sabía muchas lenguas eslavas. Juan de lvlontecorvino, "horno doctissimus", fué el primer arzobispo de Pekín y patriarca de todo el Üri'ente; el padre Ni– colás, nombrado por Juan XXII arzobispo también de: Kambalik, había sido profesor en la Universidad de París; Juan de Marignoli, de la ci'e Bolonia; Nicolás Bonet, de la de París. Fray Jaime de Iseo era "vir in Ordine nostro celeber et famosus". A fray Lobo de Dain, obispo de Marruecos del 1245 al 1257, llaman los historiadores "l'vlinorita et sanguis et doctrina et pietatis gloria conspicuus", escritor de varias obras en español, latín y árabe. El célebre fras::iscano Rogerio Bacón inculcaba el est,udio de las lenguas y de las ciencias naturales para el étpostolado. Golubovich le llama el primer orientalista del siglo XIII. El idioma es un! elemento indispensable de penetra– ción y para la confutación del errm. "Linguarum s;·ientia--dice--prima porta sapientiae ... propter sapientiam comparatam et ad confusionem infidelium ~t eorum reprobationem, qui convertí non possunt" (4). Los misioneros deben hacer todo el esfuerzo posivle para 'establecer relaciones entre los paganos y herejes y procurar su conversión. "O quam considerandu~ esset hoc negotium et timendum est ne Deus requirat a Latinis quod ipsi n'egligunt linguas, ut sic negligant praedicationem fidei. N am pauci sunt christiani et tota mundi lati~ tudo est infidelibus occupata: et non est qui eis ostesdat veritatem" (5). S•e esfuerza por poner al corriente a sus lectores de las varias religiones exist'en– tes en Europa oriental y en la Tartaria. Asimismo trata de la necesidad de la Geognfía para el misionero: "Cognitio locorum mundi valde necessaria est reipublicae fidelium et conversioni infidelium et ad obviandum infidelibus et Antichristo et aliis ... et pro Ecclesiae negotiis necesse est, ut sciat ritus et conditiones omnium nationum" (6). Se lamenta de Guillermo de Rubruk, el cual no fué bien recibido ci'el em- (:l) Opem Omnia, tomo VIII. ¡iúg. 4:1G, (.luarfü)ehi,'¾]SS2. ll/41. (4) Opern Hoyerii IJaconis. Ed. J. 8., Brnwer, s:1, Londr<'s, 185\J. (5) Opus Jliaius, 92. Cf. Opera inedita.. ., 95. (üJ O¡ws Jlaius, 1, 301-302. Cf. Uournoncu, I, 2üü.
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