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PROBLE:\HS M'.S!ONALES 157 entera; pero en ninguna parte de la Teología está preceptuado quei todo sacer– dot'e, en cuanto tal, deba ir a plantar la Iglesia en las, islas Salomón o en la Patagonia (39)·. Para probar nuestra opinión vamos a empezar por el argu– mento de autoridad, citando los últimos Pontífices. Benedicto XV dice: "Si et in clero et in Semitw.rio dioecesano apostolatus .~emina, quae quis forte sibi inesse ostenderit, sfltdiose foveatis". Luego, según el Pontífice, se pueden dar las semillas de vocación, las cuales deben cultivar con diligencia en los jóvenes que las sient'en. Esas semillas no son otra cosa que las gracias especiales de Dios, que no todos las sienten. Lo mismo confirma Pío XI: "Si qui igitur in dioecesi cuiusque vestra altt adulescentes aut clerici sacerdotes ad apost,Jlatum eiusmodi praecellentissimum vocati divinitus videantur, propensi eornm co11siliis studiisque gratia et aucto– ritas vestra obsecundet, nedum aliquo pacto obsistatis" (40). La expresión divinitus i:ocati manifiesta la necesidad de un~ vocación misionera que no to– dos tien'en, aunque pertenezcan o aspiren al sacerdocio. Pío XII, en sus Letras! a los obispos de Portugal: "Es necesario orar para que el Señor se digne sltscitar muchas vocaciones misioneras, sea en Portugal. sea entre los indígenas de los dominios, yai sean vocaciones sacerdotales, !!ª de hermanos coadjutores, de relrigiosas y de catequistas" (41). Y en la Encíclica Evange/ii Praecones, del 2 de junio de 1951. repite: "En primer lugar, hay qlle considerar que aquel que por ltna inspiración celeste se siente llamado a enseñar la verdad del Evangelio y las virtudes cristianas en las lejanas tierras de Misiones está destinado a un oficio grande y su– blime" (42). En la vocación hay que distinguir varios elementos: el agente o la perso– na que llama, la persona o suj'etOI que es llamado, el objeto o la razón al cual es llamado, y que éste sea conocido por el sujeto. Las vocaciones nOI se pueden distinguir por la perwsa que llama, porque es siempre la misma: Dios. El llamamiento lo podrá manifoestar inmediata– mente él mismo o por medio de las causas segundas, de¡ un modo natural o extraordinario:, esto no nos importa ahora. Tampoco por la persona que es llamada, porque ,ésta puede ser llamada para muchas cosas de diversos órde– nes, y para cada una de ellas recibir la gracia y los medios necesarios. Lue.go el llamamiento debe especificarse, distinguirs'e por el término, por la razón propter quam vocatur. El objeto o término o razón son los que especifican las potencias, los actos ,y las ciencias. Ahora bien, no es formalmeste lo mismo la razón de sac'erdote y de mi– sionero; apostolado ministerial diocesano y apostolado misionero; trabajar en una Iglesia ya plantada y completamente organizada, y en una Iglesia in fieri, que se d'ebe plantar, organizar, consolidar. Si las Misiones tienen un fin es– pecífico propio, lo debe tambi..:n tener el misionero. Si el fin es específica– mente distinto, las gracias para conseguir ese fin deb<'n ser también distintas, (3._{}) Cf. PERDAL, l. c., !)Úg. 7. (40) Cf. Reram Bcc/esial, 28 de frorero de 1956, en Sylloge, púg. 246, Roma, 1939, A. A. S., 1926, tomo XVIII, púg. 70. (41) Cf. I/Osserca.tore Romano, 29 de junio de 1940, (42) Cf. A.. A.. S., 1951, tomo 43. p{tg, 506.

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