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PROBLEMAS MISIONAi.E:, 115 palmente nos dirigimos con paternal insist'encia: dad en proporc10n de vues– tros medios (29). Pero nosotros pensamos también en aquellos entre nuestros hermanos en el Episcopado qu'e están angustiados por una dolorosa escasez de vocacion'es sacerdotales y religiosas y que no pueden hacer frente a las ne– cesidades espiritmJes de sus ovejitas. Hacemos nuestros los sufrimientos de los pastores y con mucho gusto les diremos, como San Pablo a los de Co– rinto: No se trata de socorrer a lc,s otros para reduciros a penuria, sino d•c aplicar el principio de la igualdad (30). Esas diócesis de tal modo probadas no se hagan sordas a la llamada de las Misiones lejanas. El óbolo de lal viuda fué citado como ejemplo por Jesús, y la generosidad de ,una diócesis pobre hacia las otras más pobres no podrá empobrecerla. Dios no se deja vencer en generosidad. Una, comunidad cristiana que da sus hijos e hijas a la Iglesia no pu'ede morir" (31). Misioneros seglares.-Los seglares, tanto los que habitan en los países de l\,lisiones como los que moran en los países católicos, pucderu dar una contri– bución personal a las Misiones, colaborando con los sacerdotes indígenas o adventicios. Pío XII, en la Encíclica Mystici Corporis Christi, escribe: "Es nuestro deseo que todos los qu'e reconocen a la Iglesia por Madre ponderen coru diligencia que no sólo a los sagrados ministros y a los que hacen consa– gración de sí mismos a Dios en la vida religiosa, sino a todos los que perte– necen al Cuerpo l\,lístico de Cristo, cada uno según las propias posibilidad•es, incumbe el deber de trabajar con todo empeño y diligencia en la construcción e incremento del mismo Cuerpo" (32). En Evangelii Praeconcs: "Deseamos dirigir nuestra palabra y nuestra ex– hortación a los seglares que con¡ gran corazón y ánimo generoso militan en las filas de la Acción Católica en los territorios de Misiones. Es absoluta– mente necesario que en las Misiones los :;eglai•es, afluyendo numerosos en las filas de la Acción Católica, colaboren activamente con la jerarquía ecle– siástica al apostolado. Ayudan mucho los catequistas, pero no menos ayuda la acción gratuita prestada por cristianos qu'e, animados únicamente de la ca– ridad divina, ayudan a los sacerdotes en sus ministerios" (33). En la Fidei donum añade: "La ayuda a las diócesis misioneras toma en nuestros días una forma que alegra mucho a nuestro corazón y que queremos señalar. Se trata d'el auxilio eficaz de los seglares militantes, los cuales obran en los centros del movimiento católico nacionales· o internacionales y aceptan desarrollar el servicio de las jóvenes cristiandades ... Estos seglares militant'es ofrecen a las diócesis la ventaja de una larg2. experiencia de la acción cató– lica y de la acción social, como también todas las otras formas de apostolado especializado. Favorecen además, y no es el menor provecho, la inserción rá– pida de las organizaciones locales en una red amplia de instituciones católicas (29) Luo., II, 41. (:lO) JI Cor., VIII, 1;;, (:ll) 1L .4. S., 1!)57, tomo 4(), págs. 24:l-244. (:t.?) .tL "'A. N., 1U4:{, torno 75, púg. 24. (:l::) A. ~L S., Hl51, tomo 4:l, págs, 510, 51: 1 -5H.

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