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112 P. PÍO !JE MO:SDREGANES Pío XII ha manifestado en diversas ocasiones estos princ1p10s y las 1 rela– ciones que las naciones tienen con est'e Imperio Univc:rsal de Cristo Redentor. En el mensaje natalicio de 1939 decia: "Un postulado fundamental de paz ju5ta y honrada es asegurar el derecho a la vida y a la indep·endencia de to– das las naciones, grandes y pequeñas, poderosas y déhiles. La voluntad de vivir de ;,ma nación no deb'e jamás equivaler a la sentencia de muerte para otra. Cuar:do esta igualdad de derechos se destruya, se ofenda o se ponga en peligro, el orden jurídico exige una reparación, cuya medida o extensión no debe ser determinada por la espada y el arbitrio del egoísmo, sino por las nor– mas de la justicia y de recíproca equidad" (8). Pío XII se dirigía al repres'entante de la India y decía: "Obedeciendo al Vicario de Cristo, que abraza a todos los pueblos con un mismo afecto, nues– tros hijos de la India no tendrán un fin más noble y una gloria más grande gue la de servir y, por su servicio, preparar para el noble pu•eblo al e,ual per– tenecen el camino que les conduzca hacia la pro~peridad, la paz y el bienes– tar'' (9). Al diplomático de Indonesia acr•editado ante la Santa Sede decía en 1950: "Nos estamos seguros que los hijos de la Iglesia que trabajan en Indonesia no cederán a ninguno en la ambición de servir a su país y sus com– patriotas con una dedicación desinter•esada en el campo de la educación, de la caridad y de los deberes ciudadanos. Es ése su del::\er como miembros de la gran familia humana y de: la Iglesia" (10). Deberes misionales de todos.~Como miembros de un mismo Cuerpo Mís– tico estamos obligados todos a cooperar al bien común del mismo según la función qu•e a cada uno le; corresponda. l, Los fie/es.--Pío XII, en muchas ocasiones, recuerda el deber de todos los fieles de trabajar por la extensión del reino de Cristo. En la Encíclica Exeunte saecu/o dice: "A todos, los que ya gozan de los beneficios de la re– dención Cristo nuestro Señor confía la obligación de hacer participantes de los mismos beneficios a todos los hermanos que están; privados de esta gracia" (11). En la Euang,e/ii Prnecones afirma: "La Santa Iglesia, madre amorosísima, llama a la unión a todos sus hijos esparcidos por todas las partes del mundo, que procuren, según la posibilidad, de colaborar con los heraldos del Evange– lio por medio de la oración, de las limosnas y del auxilio prestado a las Vo– caciones. Maternalmente les exhO'rta a revestirse de entrañas de misericordia, a ser todos misioneros, si no, de hecho, a lo menos espiritualmente" (12). En la Fid.ei donum, después de haber hablado del don de la fe, añade: "¿Qué cosa ofreceremos al Señor en cambio de este don divino, además del obsequio mental, sino nuestro celo por difundir entre los hombres el esplen– dor de la verdad divina? El espíritu misionero, animado por el .Euego de la caridad, es en algún modo la primera respuesta de nuestra gratitud hacia Dios (S) A. A. N., lü4G, tomo ;:s, púg. 10. (D) A. A. N., Hl4!), tomo 41, púg. :ms. (10) A . . A. N., 1!)50, torno 42, púg, 442. (11) .-!. A. 8., l!l40, torno :12, púg. 259. (12) .'l. .-!. B., 1!)51, tomo 4:l, pág. G2S.
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