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104 P. PÍO PE MONPREG!'.NES MULTIPLICACIÓN DF OPERARIOS. En las edad·es pasadas Ordenes y Congregaciones significadas como do– minicos, franciscanos, agustinos, mercedarios, je~uítas, lazaristas y otros se dedicaron con ardor y celo a la obra de las l'vHsiones extranjeras; pero en los últimos tiempos, dado el nuevo impulso y las nuevas directrices qu'e han to– mado las Misiones, han ido apareciendo otras nuevas Instituciones de ambos sexos, en número verdaderamente sorpr•endente, encaminadas a la conquista del reino de Cristo. Numerosas expediciones de misioneros y misioneras de toda clase <l'e Ins– titutos han i<lo a engrosar las filas del inmenso ejército misionero que se ex– tiende por los campos d'e i\1:isión en las cinco partes del mundo. Operarios que trabajan en, la predicación, en la enseñanza, en la medicina, en la benefi– cencia; que por medios directos o indirectos procuran atraer al redil evangé– lico los que todavía se encuentran en las tinieblas del error o de la infidelidad. Ese ritmo creciente de operarios evangélicos disminuyó durante el pontificado del Papa Santo por la terrible guerra del 14; pero, pasada la tempestad deso– ladora de la primera guerra mundial, ha v,uelto de nuevo esa pl•eamar de operarios y de obras nunca vista en la historia de la Iglesia. El Papado l'.s una potencia mundial; porque tiene una misión universal. El Papa es el cen– tro; los sacerdotes, los misioneros de toda especi'e, desde aquel centro toman la luz de la fe para llevarla a todos los confines de la tierra. El misionero es, pues, la más auténtica personificación del universalismo de la Igl•esia, depo– sitaria del mandato de Cristo: Euntes docete omnes gentes. El lema de instaurare omnia in Chrísto del Santo Pontífice•, Pío X incluía también la obra de las mision'es en todas partes. Por esto dijo con razón:¡ En cuanto a Nos, 110 hemos dejado nunca pasar ocasión alguna que se nos ha presentado para recordar e inculcar la obligación de concurrir a la propaga– ción de la fe, sea fo mentando las vocaciones al apostolado, sea proporcio– nando medios necesarios al ministerio apostólico. Hombres, oraciones, subsi– dios materiales: he aquí el trinomio necesario, manifestado por el Papé! San Pío X, en su natural y lógica gradación. LA MISIONOLOGÍA. La obra de las i\tlisiones católicas es tan antigua como, la misma Iglesia; pero el estudio sistemático y científico de la actividad misionera, es decir, de la Misionoiogía o ciencia de las Misiones, es de nuestros días. En los si– glos XVI y xv11 se hicieron notables estudios en el campo histórico y metodo– lógico. En el siglo xvm hubo una decad'encia en la actividad y en la ciencia de las Misiones. Como consecuencia del florecimiento misionero del siglo x1x y xx se han ido intensificando cada día más las aplicaciones doctrinales y metodológicas, y la Misionología ha llegado a un grado de formación y ma– durez, qu'e se ha abierto paso en las• cátedras y en las Universidades. Con anterioridad a los caté4icos los protestantes de Alemania, Inglaterra,
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