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9-l P. PÍO DE l\101'DRE(;ANES Cristo, prox1mos o lejanos, connacionales o extranjeros. Caridad evangélica universal fundada en el amor a Cristo, Red•entor de todos los hombres y na– ciones. PUREZA DE DOCTRINA. La verdad y el error están en eterno contraste. En hs ciencias, en las ar– tes, en la política y en la economía, 'en la moral y en el dogma, en la vida pública o privada, siempre nos encontramos con el mismo problema: o se vive con Dios o contra Dios. Cuando Pío X tomó las riendas del gobierno de la Iglesia la situación, bajo el aspecto doctrinal, era Verdaderamente temible. En el orden filosófico, teológico, moral. jurídico y social se escondían errores claros o enmascarados que minaban los fundamentos de la razón y de la fe. El 3, de julio de 1907 el Santo Oficio, por el decr'eto Lamentabili, condenaba 65 proposiciones que todas tendían al mismo fin: reformar los dogmas según las exigencias mo– dernas. Como ejemplOi nos basta referir la última: El catolicismo actual no puede conciliarse con la verdadera ciencia si no se transforma en un cristia– nismo no dogm:itico. es decir, en un protestantismo ancho y liberal (7). Para que el decreto no, fuera letra muerta Pío X ordenó, por una instruc– ción del Santo Oficio del 28 de agosto del mismo año, a los ordinarios de todo el mundo católico y a los superiores de: Instituto:; religiosos vigilar aten– tamente para que semejantes errores no se infiltrasen en el clero y particular– m"cnte en los centros de enseñanza (8). Estos decretos no fueron más que como preparación al gran documento del 8 de septiembre de 1907. La Constitución apostólica Pascendi Dominici greuis (9) quedará siempre como el principal monumento de su pontificado. El Papa, firme y tenaz, no se contentó con condenar los errores manifiestos y latentes: se es forzó también para que la Encíclica tuviera práctica¡ eficacia con determinaciones concretas. Por este motivo el Lº de septiembre de 1910 apar'eció el motu proprio Sacrorum Antistítum (10), que imponía a todos los eclesiásticos que tuvieran cura de almas o la obligación de enseñar el jura– mento antimodemista. En Francia las doctrinas modernistas tomaron una dirección especial en el campo social, cuya encarnación práctica fué el llamado Sillón, qu'e contenía doctrinas erróneas acerca de la verdadera democracia cristiana enseñada por el Pontífice León XIII. Pío X, con las Letras ll fermo proposito, del 11 de )unio de 1905, dirigidas a los obispos de Italia, puso las cosas en su punto. Algunos espíritus exaltados quisieron oponer a Pío X con León) XIII, pero el Papa afirmaba continuar con la doctrina de su predecesor interpretada en el recto sentido cristiano (11). La cuestión social tomó varias formas, pero una d•e ellas era formar los (7) 1 )EXZ., 20<lG. (S) ('f. _{('fa, rnL Y, 11úgs. 07-DS. W) A. _l, N., 40, 1D07, vúgs. 5HS y sigs. (10) Cf. A. A. 8., II, UllO, vúgs. G3G-ti80. (11) ('f. )Ioxs.•\. BATTAXDIEH, Annurtire J'ont. ('atlwliljllC (Le ''Sillon", La dé- 111 orTa tic, 1, !Jll(/i<'at, runfes.,ioncls), vúg. 42, l'arís, lDlG.
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