BCCCAP00000000000000000000392
PRO3LEMAS M'SIO:-:ALE'i 93 premo d'e las criaturas racionales es la posesión del Bien Supremo, que coin– cide con la salvación de las almas. No se puede, pnr tanto, amar verdadera– mente a Dios sin amar al prójimo, por amor suyo. El celo apostólico es una consecuencia necesaria del amor de Dios. El preclaro hijo del pueblo de Riese (Treviso) manifestó su celo apostó– lico en todas las etapas de su vida sacerdotal, consagrándose sin reserva y con ardor al bien de las almas como capellán en Tómbolo (29 de noviembre de 1858), como párroco de Salzano (14 de julio de 1867), como canónigo d•e 'I'reviso (28 de noviembre de 1875), como vicario capitular (1879), como obis– po de Mantua (16 de noviembre de 1884), como arzobispo y cardenal de V e– necia (12 de j,unio d'e 1893); finalmente, como Sumo Pontífice (del 4 de agosto de 1903 al 20 de agosto de 1914). Seria fuere, de nuestro intento narrar todas las manifestaciones de celo que por la gloria de Dios y la salvación de¡ las almas demostró con obras y palabras en todos 'esos sucesivos¡ cargos que con tanta edificación, solicitud y sacrificio desempeñó. El lema d'e su pontificado fué: Instaurare omnia in Christo (3). "Esta ·-dice- -ha sido la divisa de la Iglesia y particularmente la Nuestra en los 11w11zcn!os de trepidación que atravesamos ... Restaurar en Cristo: no sólo lo que pertenece por misión dit>ina a la Iglesia, cuma c:orzducir las almas a Dios, .,ino también todo lo que se deriva esponi'áneame,;te de ella, la civilización cristiana en todos y cada uno de los elementos que la constituyen" (4). "Los intereses de Dios serán los nue;;frns, por lo;; cuale;; estamos decidi– áo;; a dar tocias nue;;tra;; fuerzas y la misma vida. Por tanto, ;;i alguno nos pide una palabra de orden, como expresión de nue;;tra i•oluntad, daremos siempre ésta: Instaurare omnia in Christo" (5). Su caridad se extendía a todos íos hombres para conducirlos a todos a la misma fe y a la misma felicidad. "Si se quiere llegar, y Nos lo deseamos con toda la fuerza del alma, a suma más grande de bienestar para la sociE'dad y cada uno de sus miembros por medio Je la fraicmidad, o, como aún se dice, de la solidaridad universal, es necesa– ria la unión de los espíritus en la verdad, la unión de todas la;; voluntades rn la moral y la unión de todos los corazones en el amor de Dios y de su Hijo Jesucristo. ]\,fas esta unión no se realizará más que en la caridad católica, la cual sola puede conducir a los pueblos, por la vía del progreso, al verdadero ideal de la civilización" (6). La misión sublime del Papa traspasa los bienes d'e la tierra y se extiende a los de la 'eternidad; no está limitada por confines locales, abraza a todas las naciones; requiere la defensa del Evangelio en todo campo, aun en el po– lítico; e impulsa su solicitud no sólo a los fieles, sino también a todos los hombres por los cuales murió Cristo. La caridad y el celo d'el Pontífice santo no conocía límites etnológicos ni etnográficos: se extendía a todos los hombres redimidos por la sangre de (:)) Bplt., I, 10. (4) Eneíeli<'a Il fermo z¡roposito. Cf. Pii X Pont. Jla.ri111i Actci, mi. II, vúg. 117. noma, Typ. Yatir'Ullll, 1!)07. (5) Cf. Epist. Encícl. E supremi apostolatus catltedra, 4 de octubre de rno:{, A eta, vol. I, pitg. :L (G) Cf. A.:L'i., tomo II (1910), vúgs. ülü-U20.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz