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90 P. PÍO DE MONDREGA,"\ES 1) En la introducción se habla del precepto evangélico impuesto por Je– sucristo a sus vicarios; de las recomendaciones de éstos a los obispos, sacer– dotes y pueblo crisfümo, y de la oportunidad de los ti'empos presentes para extender las Misiones.,. 2) En el capítulo primero se trata de la institución, jurisdicción y obli– gaciones de los vicarios apostólicos; de la formación del clero indígena; de !a ·exención de los religiosos; de la adrninistraci(,n de los bienes que se dan¡ para las Misiones; del modo de dirimir los litigios y conflictos entrE1 los misioneros o Institutos; de la jurisdicci(:n de los prefectos arostólicos de rito latino en los territorios donde hay obispo o vicario apostólico, etc. 3) En el capítulo II, relativo a los misioneros apostólicos, se habla d-e la formac;ón misionera necesaria para ejercer debidaml'.nte el apostolado; de las virtudes que deben practicar los mision'eros; de la adaptación y del trabajo del misionero; de las relaciones con las potestades civiles, etc. 4) En el capítulo III se proponen los medios que se d•eben usar para mi– sionar debidamente y con fruto; se indica la necesidad del número suficiente de m:sioneros, de los sub~idios t'emporales y de la oración. Se recomienda tambi(:n un Directorio para los misioneros, "quo pressius et enudeatius sin– nuli missionari tutam atque uniformem anendi norm:im ediscere et servare possint" (19). Al esquema sinuen diez anotaciones y diversos puntos que sirven para com– pletar y aclarar la doctrina sobre las ]\i[isiones. A pesar de ser elaborado el esquema con tanto esmero y diligencia por hombres eminentes, sin •embargo, unos 35 padres del Concilio opusieron ob– servaciones y censuras bastante difusas (20). La mús extensa es la que firmó en Roma el 20 de agosto de 1870 el obispo de U1nel. José Caixal y Estradé, qu'e defiende con erudición y profundidad imporLmtcs y acertados puntos de vi~ta (21 ). Estas observadones hechas por los padres dd Concilio parece que no fueron examinadas, porque, con motivo de los conflictos y guerras que se sus– citaron entre Francia y Rusia y la invasión de los Estados Pontificios por el Gobi 1 erno Subalpino, no se continuaron los trabajos conciliares. Pío IX, el día 20 de octubre de 1870, por las Letras Apostólica;:; Pnstqtwm Dei munen.', suspendía el grar 1 dioso Concilio Vaticano hasta tiempo más oportuno y tranquilo. Por las peticiones elevadas al Concilio se deduce el interés qu'e muchos de los padres tenían por la conversión de los infieles y herejes, y los de– seos de organizar debidamente la propagación de la fe católica en todo d mundo. El 'esquema propuesto por la Comisión particular y las múltiples ob– servaciones presentadas demuestran bien a las claras los conatos y esfuerzos hechos para determinar los principios y las normas que deben presidir la obra del apostolado en los países no católicos. S•e nota que los padres se preocupaban mCis de los problemas de los her– manos separados del Oriente que, de los territorios paganos. Este interés par- (1\l) <'f. :\L\xsI. ('1Jl/ect. ,'-iocror. ('oncil., torno r,;:, <'Ol. 5:l. (:211) 11,í,l., torno r.::. eol. fi4-G:.:!. (:21) lliíd., eol. ns-1:::í.
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