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- I9- canos. Al par de los españoles, los franciscanos portu– gueses, durante el siglo XVI, fundaban misiones en las Indias Orientales, Ceilán, Malaca, etc. En el Nuevo Mundo, las misiones Franciscanas cre– cieron al paso de la conquista; fundárnnse numerosos colegios de misioneros, los cuales dieron a la Iglesia americana los primeros obispos. En 1587, Felipe II, alaba el trato amable que daban a los indígenas y cons– tata que a su celo se debía el bautismo de unos 200,000 indios. Todas esas misiones, a menudo regadas con sangre, han ido prosperando a pesar de las persecuciones y de toda adversa vicisitud. En la ciencia Esta Orden continuó las antiguas tradiciones, adop– tando con predilección las teorías escotistas, entre las cuales se contaba la defensa de la tesis de la In– maculada Concepción. El período áureo de los estu– dios franciscanos en España empieza en el siglo XVI, cuando en rsoo el Cardenal Ximénez de Cisneros fundó la Universidad de Alcalá en la cual pnso Cátedras es– cotistas, okamistas y lulistas. Entre los teólogos más notables que asistieron al Concilio de Trento, deben mencionarse Alfonso de Castro (m. , Mignel de Medina (m. 1578), Andrés Vega de Segovia (111. 1560), Luis Carvajal (m. 1550) y Francisco Orantes (m. 1584). Entre los teólogos posteriores de celebridad universal hay que mencionar siquiera a Juan de Rada, Alba, -Crru– tigoiti, Briceño, Macedo, Frassen, Assermet, Cozza, Matteucci, Montefortino, \Vadding, etc. Entre los mo– ralistas y canonistas, sobresalen Hermann, Sporer, Reiffenstuel, L. Ferraris, etc. Entre los escritores mís– ticos, S. Pedro de ,b.lcántara, Juan de los Ángeles, Diego de Estella, Juan de Bonilla, Francisco de Osuna, Diego Murillo, etc. Entre sus hijos ilustres figuran, en una palabra, nom– bres de santos, filósofos, teólogos, escritores, gobernan– tes y fundadores que han cooperado eficazmente a la evangelización y civilización de los pueblos

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