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-IO- discíplina y quedar exentos de la jurisdicción episcopal, cosa harto indispensable para la unidad y firmeza de toda la obra. Dentro de estos límites procuró que la pobreza y la observancia resplandecieran ejemplarmen– te; y, en efecto, en sus días, la Orden se consolidó, su eficacia en la Iglesia fné grandiosa y en su seno floreció exuberante la santidad. Apostolado Los hijos tle S. Francisco fueron n,almente los eva11- gelizadores del pueblo, - a quien todos descuidaron - y llegaron a su alma empezando por predicar en la pro– pia lengt~a Yulgar, cosa entonces inusitada. La predi– cación franciscana consen-ó el carácter que le imprimió el Seráfico Padre: era sencilla y popular, llena de imágenes, de plasticidad, ele Yida y limpia de fraseo– logía erudita y rebuscalla. Tendía principalmente a reformar las costumbres y procuraba eomuover al audi– torio más por el sentimiento que por la especulación. El canto acompaflaba muchas veces a la predicación. Una generación de frailes poetas, entre los cuales fü,s– cuella Jacopone ele Totli, compuso immmerahles Laudes en las cuales se glosaban los puntos capitales de la doc– trina cristiana o se traducían las enseiianzas de la mística y, al par que preparaban al auditorio para atender al sermún, a,loc(rinaban insensiblemente al pneblo ; {,-;te las repetía en sus hogares y ungían su trabajo y snavizaban ,n :'tspero vivir. Fnido todo al ejemplo lle una almcgacióu sin límites no es de extraflar que arrebataran a las gentes. (}regorio escribió : «Cristo renace en la orden de Frailes Meno– res, y con el ejemplo, la doctrina y los miiagros, labra la salud de innnnH:rnhles multitmles.,, El siglo XIII y el siglo fn<:r 1 m b,; e(la<1es de oro de la predicación franciscana. Eutre los más gramles apóstoles del si– glo XIII hay (Jlll' enumerar a San Antonio de l'adua, León l:'erego, Jloccabadi, Lucas de Apulia, Hngo de Digne, Bertoldo de Ratishona, Conrado y Luis de Sa– jonia, Haymo de Faversham, Rodolfo de Rosa, etc.

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