BCCCAP00000000000000000000387

EL TRABAJO EN LA VIDA FRANCISCANA 63 Aceptada esta concepción de la vida religiosa nos es fácil admitir en ella una doble dimensión, vertical y horizontal, en dicha diaconía que responde a las necesidades de los hombres, según sea su grito o reto en esta sociedad, de la que habla Pablo VI en la Evangelica Testificatio, nn. 17-21 28 • Según esto, en cuanto a tipología de trabajos se refiere, se puede esta– blecer estos principios: l.º cualquier actividad puede ser hecha por los religiosos. «La ins– piración evangélica, dice el Concilio Pastoral Holandés, puede hacerse carne y sangre en cualquier campo de trabajo. En vitrud de su celibato por amor del reino de Dios (el cual adquiere forma por medio de la servicialidad concreta), podemos esperar de los religiosos que se consa– gren primordialmente a las situaciones de necesidad para las cuales la sociedad no tiene suficiente dinero, tiempo o atención» 21 '; 2.º no existe dicotomía entre tareas religiosas y tareas profanas, con tal de que sean asumidas, como hemos dicho más arriba, como un ser– vicio evangélico por el Reino. «Este servicio (cualquiera que sea) de los religiosos muestra que el mundo no es numinoso ni sagrado, sino tarea para el hombre, campo de su acción y de su esfuerzo. La cooperación sincera del religioso -desde su experiencia- a la transformación del mundo, indica claramente que el fatalismo, la alienación, o la evasión, no son posturas cristianas» 30 ; 3. º teniendo presentes los nuevos marcos de la sociedad actual es preciso admitir el corrimiento de las actividades de los religiosos hacia: a) el trabajo profesionalizado. Cada día en nuestro mundo técnico se exigirá más calidad que cantidad. Por otra parte, los religiosos se han 2s CODINA, V., o. c., p. 159. «Reducir la vida religiosa, dice este autor, a una acti– vidad puramente temporal o política sería desconocer el sentido evangélico y trascen– dente de la vida religiosa en la Iglesia. Pero el preterir la dimensión horizontal es invalidar el testimonio evangélico de la vida religiosa. Y en este punto los religiosos deberíamos hacer un serio examen de conciencia colectiva a la luz de las bienaventu– ranzas. Si en países de gran desarrollo la vida religiosa debe estar más atenta para significar que no sólo de pan vive el hombre, en los países donde existe el sub– desarrollo... debe hacer un gran esfuerzo por cooperar a la liberación del pueblo, precisamente como signo de que la salvación liberadora nos ha llegado en Jesús». 29 Religiosos en una sociedad nueva, Concilio pastoral holandés, Salamanca, 1971, p. 84s. 30 CODINA, V., O. c., p. 153.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz