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60 AURELIO LAITA unos serios interrogantes: ¿nuestros trabajos o actividades desarrollan la dignidad, la creatividad, la libertad del individuo?; ¿nuestros trabajos o actividades están siempre orientados a la construcción de un mundo para los hombres, o apoyan situaciones de explotación?; ¿nuestros trabajos o actividades se enmarcan en el contexto amplio de la sociedad actual, evitando los riesgos y las ambivalencias? Un intento serio de responder a estos interrogantes y problemas, cree– mos, que debe pasar por una reinterpretación del trabajo desde la fe, desde la identidad religiosa y desde nuestra propia vocación franciscana. Reinterpretación del trabajo desde la fe «A lo largo de la Biblia se nos presenta el trabajo como algo tan natural, tan propio de la condición humana, que no hace falta dar prue– bas ni explicaciones. Al mismo tiempo se nos previene sobre el carácter ambivalente del trabajo: su bondad y sus riesgos. Y por encima de todo, la Biblia nos presenta una realidad que está más allá de toda doctrina o de todo silencio: Jesús trabajaba. Era trabajador e hijo de trabaja– dores» 2 ''. A la luz de la Palabra podemos decir que el trabajar comporta tres cosas: l.ª una actividad creativa. El hombre se hace persona trabajando y coopera a la obra de Dios «creador» según el dicho del Génesis: «Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra y sometedla; dominad en los peces del mar, en las aves del cielo y en todo animal que serpea sobre la tierra» (Gen 1, 28); 2.ª una acción de la entera comunidad. En el texto anterior del Gé– nesis y en toda la Biblia nos damos cuenta de que no es el trabajo un deber privado de cada hombre. Es tarea comunitaria de todos los hom– bres. Por eso hay que construir el mundo entre todos y debemos sentir– nos responsables con los otros hombres de esta gran aventura; 3.ª la edificación y desarrollo del hombre, pero del hombre conside– rado integralmente según el plan de Dios. Esto quiere decir que en todo 25 Lorn1-LoNGA, Catequesis para la comunidad cristiana, II. El cristiano y el trabajo, VI, B, p. 5.

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