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56 AURELIO LAITA fraterna y la orac1on. Como es obvio, al pasar la mayor parte del día fuera, apenas necesitarían un precario albergue para pasar la noche. El trabajo manual no sería sólo la ayuda ocasional que podían ofrecer a los campesinos, mientras vivían cerca de ellos en la campiña de Asís, sino también el trabajo cualificado de un arte u oficio dentro de la ciudad» 17 • 5.ª La Regla Bulada parece que no obligaría a todos los hermanos al trabajo manual, dice el P. K. Esser. Tal vez porque ya había muchos letrados, clérigos, nobles, burgueses ... que no tenían gracia de trabajar y porque tenían a menos ocuparse en faenas manuales 18 • Francisco parece que admitió este hecho y puso a la actividad intelectual la misma con– dición que al trabajo: «no perder el espíritu de la oración y devoción, como se contiene en la regla» (Carta a san Antonio). Sin embargo, la evolución puso a prueba la fraternidad y la minoridad, y Francisco no contento con ella, vuelve a imponer el trabajo manual a todos en su Testamento. Más tarde, con la estructuración jurídica de los conventos y de la comunidad, se hizo sentir como más conveniente el trabajo en casa. Y dada la fuerte impostación de aquel entonces a la actividad apos– tólica hizo que ésta se considerase como el empeño más importante, quedando relegado el trabajo manual a los no clérigos y como algo se– cundario y complementario 10 • 6. ª Respecto a las otras actividades no cabe duda de que existieron, como queda demostrado en los textos y en la vida de san Francisco y de la primitiva fraternidad. Fueron múltiples y prácticamente abarcaban todas las que se conocían en aquellos tiempos. «Los marcos de la acti– vidad apostólica difícilmente se podían ensanchar más. Pero todo lo dicho nos permite sacar una conclusión segura: ni la vocación, ni la origina– lidad específica de la Orden de san Francisco se originaron en una activi– dad determinada» 20 • II. El trabajo en sus distintas formas en el franciscanismo actual La tipología del trabajo en san Francisco descansaba en la noción que la Edad Media tenía del mismo. Por eso para poder hablar de su 17 CASTELLAR, M., l. c., p. 255. 1s EssER, K., Introduzione alla Regala Francescana, p. 151s. 1 9 HARDICK, L., 0.F.M., Introduzione alla Regala Francescana, p. 58. 2 0 EssER, K., La misión aJ:}ostólica de los hermanos menores, en Cuadernos fran– ciscanos de renovación, n. 14, p. 79.

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