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AURELIO LI\.ITA descanso dominical, Granada, 1963, hace un estudio pormenorizado del pensamiento de los grandes maestros del medioevo sobre el trabajo llegan– do a conclusiones que no ofrecen duda: el trabajo se concebía solamente como la actividad corporal. En este ambiente se mueve san Francisco, tal como queda explicado. Así lo reconoce también el P. Lázaro de Aspurz, cuando dice: «Cuando san Francisco escribió la Regla se tenía una idea muy dife– rente del trabajo. Existía, en primer lugar, la distinción entre artes libe– rales y artes serviles. Las primeras, como ejercitadas por las facultades superiores, eran tenidas en honor y consideradas favorables a la perfección espiritual, mientras que el trabajo manual y mecánico, las actividades de producción y consumo, se miraban como inferiores y, fundamentalmente, como un obstáculo para la vida del espíritu. Santo Tomás justificaba el trabajo manual por cuatro razones: necesidad de procurarse el sustento, evitar la ociosidad, reprimir la concupiscencia y dar limosnas (Summa 2, 2, o. 187, a. 3c). En la tradición monástica puede decirse que el valor atri– buido al trabajo era exclusivamente ascético: evitar la ociosidad y vencer las tentaciones. Por lo mismo tenía sentido también un trabajo ejecutado sin utilidad alguna personal y social. San Francisco no podía menos de moverse de alguna manera dentro de esa concepción» n. De hecho todas estas razones aparecen en los textos indicados sus– tentando la obligatoriedad del trabajo manual para todos en la Regla no Bulada y en el Testamento y para «los que tienen gracia de trabajar» en la Regla Bulada 12 • 2.ª Este trabajo manual formaba parte de la vida apostólica de los hermanos menores, a imitación de los apóstoles, en especial de san Pablo (lTes 3, 7ss). El trabajo era el medio para «estar» entre la gente, en medio del mundo y «dar ejemplo» 13 • 11 LAzARO IRIARTE DE AsPURZ, O.F.M.Cap., La vocación franciscana, Madrid, 1971, P. 126s. 12 ESSER, K., o. c., p. 383. 13 EssER, K., Introduzione a/la Regala Francescana, p. 152s. Dice así: «E proprio nel'200 nelle citta che si stanno amnliando si corre questo pericolo dalla "gente che lavara gia troppo, che non ha bisogno di incoraggiamento all'azione, ma piuttosto alla riflessione e alla preghiera". Per questo i frati dovranno si avere un lavoro, ma in modo che "non sia contrario alla salute dell'anima loro e possano esercitarlo decorosa– mente". In un tempo in cui i1 !avaro viene valutato solo da! punto di vista del guadagno, i Frati Minori devano con esso servire gli altri uomini ed esercitare con la loro attivita !'amare per il prossimo, sull'esempio della "umilta di Dio", che ci serve di continuo con la creazione e la conservazione del mondo».

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