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314 ISAAC VÁZQUEZ, OFM. Estatutos del Capítulo general de 1688 el decreto, por el cual se imponía al Ministro general la designación de uno o más religiosos competentes a fin de buscar y editar las obras "manuscritas o impresas de antiguos Padres de la Orden que se hallaban olvidadas y abandanadas en los archivos y bibliotecas conventuales (2). El religioso designado a este fin por el Gene– ral no fué otro que nuestro P. Diaz. Parecía en verdad uno de los más indicados. En efecto, desde el año 1685 poseía el título de escritor público de la Orden (3), teniendo derecho a disponer de dos religiosos como ayu– dantes y amanuenses. Por desgracia, la baraúnda de los negocíos políticos y diplomáticos le distrajo bastante de dar cima a sus tareas literarias. En 1717, se quejaba de que sus constantes servicios a la Casa de Austria no le habían dejado tiempo para dar a la imprenta las elucubraciones que la Santa Sede le tenía ya aprobadas «... que todas hacen un cúmulo de escritos tan crecido que no vive en la iglesia a quien la Santa Sede se le haya aprobado mayor» (4). La escasez de medios económicos a que se víó reducido en sus últimos años, fué otra de las causas uue impidieron saliesen a luz pública todas sus obras. Por eso, dirigiéndose al embajador austríaco, «sólo me bastaría -dice-la compensación en la impresión de mis obras literarias, por lo que legítimamente he gastado en el referido obsequio de servicios» (5). Sus justas exigencias no debieron encontrar eco satisfactorio; los frutos de su pluma hubieron de quedarse, en gran parte, condenados al silencio de los archivos, o a una lamentable destrucción. No nos preciamos de ofrecer el catálogo completo de los escritos del P. Díaz; aunque creemos no debe estac muy lejos de serlo. Muchas obras las hemos examinado de visu; para conocer la existencia de otras, nos han servido, más que las escasas e incompletas indicaciones de los bibliógra– fos, las referencias suministradas por el mismo Díaz en varios de sus libros, especialmente en el famoso Testimonium que presentó a los Padres Capi– tulares en 1700, en comprobación de lo que había realizado «ratione mu– neris Scriptoris Ordinis». Por desgracia, el único ejemplar de este precioso opúsculo que hemos tenido la fortuna de descubrir en el Archivo de la Postulación de la Curia General de los PP. Jesuitas, en Roma, está incom– pleto, faltándole desde el número marginal 121 hasta el 170, de que consta el original. En tres apartados examinaremos: I, las obras publicadas; II, los ma– nuscritos, y III, los restantes escritos que se le atribuyen, pero que consi– deramos como dudosos o inexistentes, fundándose para ello en argumentos meramente negativos. (2) CHL III/1, 313. (3) Testimonium ... pro parte Patris Fr. Francisci Díaz a sancto Bonaventura [Roma, 1700], 3. (4) Viena, StA, Spanischer Rat, v. 19: Díaz al embajador cesáreo, 30 jul. 1717. (5) !bid., l. c. -2-

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