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A dos siglos de distancia, con la larga exclaustración por medio, las dos Repúblicas y la Guerra Civil, es difícil de cali– brar el impacto social y religioso que ocasionó la figura del Beato Diego durante sus treinta y dos años de ministerios apostólico. Los testimonios de la época, principalmente con moti– vo de su muerte, son conmovedores tal como los recoge el P. Fr. Serafín de Ardales en su obra "El Misionero Capuchino: compedio ... ", impresa en Cádiz, en 1811. "Grande sentimiento he tenido al saber haber muerto el Venerable Padre Fray Diego ]osef de Cádiz: verdaderamente, que perdiéndole, los Sacerdotes hemos perdido el modelo de las virtudes, que hemos de tener: los Pueblos un Evangelio vivo, donde los más ignorantes podían de leer /,a voluntad de Dios: la Iglesia una de sus más firme columnas: y el mundo un sol de justicia, que ilustraba, y abrasaba a los más ciegos, y hela– dos: tuve la dicha de ser en otros tiempos testigo de su vida, y predicaciones, y puedo asegurar, que en ninguna otra parte me he sentido más movido al bien, ni más negado al mal. ¡Ojalá nunca perdiese la memoria de sus ejemplos y enseñanza! Todos han oído hablar de este Venerable Capuchino Andaluz: aquí está conocido como si hubiera pasado en A1allorca una por– ción de su vida... " (l). (1) Testimonio de Don Juan Bautista Cromoul, presbítero francés, emigrado, que oyó al Padre Cádiz y escribió desde Mallorca al Padre Vicario del Convento de Sevilla, Fr. Serafín de Casarabolena. Lo cita el P. Fr. Serafín de Ardalcs en su libro El Misionero Capuchino: Compendio Histórico de la vida del venerable Siervo de Dios el M. R. P. Fr. Diego Josef de Cádiz, 190-191. Manresa l 813. Editado por los Capuchinos de Cataluña. 2

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