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que no puedo ahora mismo ni contrastar ni justificar, referen– te a que ya predijo el Beato que nunca sería canonizado, creo no vienen al caso comentarlas. Y, ¿qué importa si así fuera? ¿Dejará por eso de ser lo que fue y de impresionar con su vida y con su obra?. Si fue Dios mismo el que lo suscitó e hizo, moldeándolo a su voluntad, ¿dejará ahora de hacer lo que quiera, como quiera y cuando quiera?. Dios, que hace a los santos, también, creo, que los canoniza. ¿O piensa alguien que nosotros, con nuestras movidas, podemos sin más lograr– lo?. Darlo a conocer a las gentes es algo que a nosotros los capuchinos andaluces nos compete. Es una joya o trofeo que podemos exhibir orgullosamente por ser algo perteneciente a la propia familia, que da "lustre y esplendor" que, ciertamente, no hemos de ocultar ni guardar sólo para nosotros. El Beato Fray Diego José de Cádiz es un libro abierto y un testimo– nial vital y experiencia! para todos aquéllos que, en cualquier tiempo, quieren tener un modelo concreto a imitar en su ser capuchino, en cómo desarrollar un carisma tan propio como el de ser misionero, y en cómo plantearse y enfocar el ser santo de verdad, y no solamente de escaparate. CONCLUSIÓN A la iglesia de Corinto, san Pablo le propuso un examen de autocrítica a partir de dar una vistazo a los que componían la comunidad (lCor l,26ss). Nosotros tenemos que ver quié– nes estamos y cómo estamos, para no proponer celebrar este centenario con grandes acciones que superen nuestra capaci- 27