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casi enteramente consagrado a las misiones y fuera de los conventos. El que, incluso, muriese fuera de un convento, en la casa de los señores de Ronda, es para algunos un argumen– to a esgrimir contra su poco espíritu de capuchino conven– tual que se vio así como rubricando, según dice el proverbio "como la vida, así la muerte': Los hechos son los hechos, y son innegables; pero las conclusiones son precipitadas y poco justa. ¡Todavía más: injustas!. Son muchos los testimonios escritos, sobre todo a su direc– tor espiritual, donde el Beato le comunica su necesidad de estudiar, de orar, de estar recogido y poder prepararse adecua– damente para la predicación, porque se considera ignorante y falto de ciencia, para poder hablar adecuadamente de los mis– terios de Dios. Penetrando un poco en la psicología de Fray Diego José de Cádiz propenso al retiro, a la oración, al recogi– miento y a una vida austera, el tumulto, las aglomeraciones de gente, los escándalos por hablarle, tocarle, etc. no debieran ser mucho de su agrado, y más bien habría que pensar que fueran un auténtico calvario. De hecho es común entre los biógrafos señalar que, cuando caminaban de viaje, acostumbraba a apar– tarse un poco del grupo, para orar y realizar sus reflexiones. Está documentalmente probado, con abundantes testimo– nios, que tanto sus predicaciones como el atender las deman– das de determinados señores estaba todo aceptado, determina– do y mandado por obediencia por los respectivos y sucesivos provinciales. Respecto a residir en Ronda, en casa de los seño– res D Manuel Moreno y Tavares y Dª Teresa Rivera, dice Fray 12

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