BCCCAP00000000000000000000385

CAPUCHINO Todos los biógrafos del Beato hacen mucho hincapié en los indicios determinantes de su vocación fundados totalmen– te; en sus propias manifestaciones (7). Las fantasías y juegos infantiles, viéndose de misionero capuchino convirtiendo mucha gente a la fe, fueron pasando, por diversas circunstan– cias, tanto familiares como escolares, a convertirse en repug– nancia al estado religioso y mucho más a ser capuchino (8). Los fracasos escolares y su aspecto taciturno, no solamente le merecieron el mote de "burro-mudo •: sino también el pensar que estuviese poco o nada dotado para el estudio. El motivo de que se valió Dios para llamarlo es trivial y, como él mismo confiesa con cierta ironía, hasta de poca cali– dad, como era el canto del oficio de la comunidad del con– vento de Ubrique. Pero surtió el efecto: Dios le hizo gustar de su gozo inexplicable a partir del cual se inició y se operó el cambio. La lectura de la vida de san Fidel de Sigmaringa, san José de Leonisa y la del apóstol de Galicia, Fray José de Carabantes, se encargaron de hacer el resto. Tenía que ser capuchino, para ser misionero. Y empezó por hacerse capu– chino de profesión y de espíritu. Como le indicaría años más tarde el P. González "el silencio, la abstracción de criaturas, el trato con el Señor, el estudio, La. celda, la observancia regula.r, (7) P. Ambrosio de Valencina, oc, 71-73; 248ss. P. Fr. Serafín de Ardales, oc, 3-4. P. Fr. Luis Antonio de Sevilla, Verdadero retrato de un misionero perfecto, Sevilla, 1862, 40ss. (8) P. Ambrosio de Valencina, oc, 248ss. 10

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz