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86 RELIGIONES DOMINANTES EN CHINA buen número de chinos la superstición no es sino una costumbre local practicada sin convicción, únicamente por hacer lo que todos hacen, también es verdad que otros muchos son hasta fervorosos en estas prác– ticas, a las cuales dan un sentido y una importancia muy grandes; almas naturalmente religiosas, que tienen necesidad de un culto y que creen que satisfacen a las necesidades de su conciencia y de su piedad ob– servando el cuUo nacional, y se pasan la vida adquiriendo méritos, se– gún piensan, con recitar la corona de Venus o haciendo largas peregri– naciones a los templos más célebres, comprando a los bonzos sufragios para obtener la paz de Nirvana, cooperando a la construccién de pa– godas... Ahora bien, su conversión a la Religión católica, exige el sacri– ficio de todos estos tesoros espirituales, conseguidos con tanta pena y trabajo pacientemente sufrido durante largos años tal vez. Para conver– tirse a la Religión, han de comenzar por quemar lo que hasta ese mo– mento han adorado, han de arrojar de su casa los ídolos, y este pensa– miento, que pone a su conciencia en un estado de zozobra y de agonía indescriptible, puede ser y es con harta frecuencia-la experiencia de cada día nos lo dice-un motivo grandísimo de desaliento, y un obs– t;iculo insuperable a su cor.versión. Hay quienes hace diez, veinte, treinta... años que pasaron la juven– tud, y jamás durante este lapso de tiempo han fumado tabaco, bebido vino, comido carne... etc., etc. lian vivido alimentándose de legumbres, de cardos, de te, y todo con el fin de asegurarse una vida de tranquila felicidad para ultratumba. No son los más, lo confesamos, los chinos que así proceden, pero no son pocos. Por eso es que, cuando les deci– mos, cuando tratamos de convencerles que su admirable buena inten– ción hállase en peligro, es decir, fuera del verdadero, recto camino que al cielo conduce, que pierden un tiempo precioso y los sacrificios que hacen, la sola perspectiva de estas cosas reales les cuesta alarmas y tor– mentos inexplicables; les cuesta creer que los méritos que piensan haber adquirido con una vida de verdadero sacrificio no sean sino pura ilu– sión, y que han de comenzar de nuevo desde el momento que abrazan la religión católica. Su parte favorable para la propagación de la Fe.-¿Pero es que esta multitud casi infinita de supersticiones son siempre inútiles y aun per– judiciales a la propaganda del cristianismo? «En la antigüedad, escribe Mgr. freppel, a través de los palpables absurdos de la mitología popu– lar y de la incertidumbre causada por los sistemas filosóficos, aparecía el cristianismo con la solución clara y terminante de los grandes pro– blemas de los destinos del hombre. Con ello respondía a las necesida– des de certeza que atormentaba las inteligencias que no podían perma-

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