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r/4~1lc==eit==Jllc::ta=1!I c=::@::=:Jllc:=::©=:=i 1 ~ VIII Consecuencias de las supersticiones chinas. -La superstición, obs– táculo a la civilización.--La superstición, obstáculo al Cristia– nismo.-Su parte favorable para la propagación de la Fe. Consecuencias de las supersticiones clzinas.•-Si la religión popular de los chinos es lo que dejamos dicho, no hay para qué detenernos a ex– plicar su culto, un culto politeista que admite la existencia de genios protectores y tutelares de los hogares y de los campos, de los barrios y de los caminos, de los montes y de los ríos... ; culto ridículo, indigno, irreverente, sin espíritu y sin corazón. Porque, ¿qué respeto, qué reve– rencia puede esperarse de una religión panteista que admite en su seno esa multitud de genios y divinidades diferentes, acerca de los cuales na– die puede dar una noción precis:1 1 ni de su naturaleza propia ni de sus atributos? ¿Qué respeto,· qué veneración puede inspirar un culto todo interesado, que consiste en pedir a sus dioses la lluvia bienhechora, ri– quezas, felicidad en los negocios, aun los más injustos, próspero viaje, comercio lucrativo, descendencia masculina; es decir, el culto del vien– tre, lo mismo que el de los Cretenses, descrito por San Pablo, cuando dice: quorum Deus venter est... ? ¿Qué respeto, qué veneración puede inspirar una religión cuyos ministros han caído en el descrédito univer– sal, y se hallan infectados ellos mismos de mil géneros de supersticio– nes arbitraTias, pasan por los seres más degradados de la escala social, que viven del fraude, explotando al pueblo con un montón de prome– sas vacías de sentido, de ritos cabalísticos, de procedimientos extrava– gantes que no deberían ser creídos por hombre alguno dotado de razón; que ejercen, en fin, los actos del culto, como se ejerce un oficio cual– quiera, cuya vocación es de un ganapán, que viven del altar como un zapatero vive de su lezna, un carpintero de sus instrumentos? ¿Qué res– peto, qué veneración pueden inspirar los ídolos chinos que aparecen con sus cabezas a lo gargantúa, los ojos saliendo de sus órbitas, su ab– domen largamente dilatado, que simboliza la gula, la inacción, la luju– ria, sus enormes vientres, que pudieran servir en casos de necesidad de graneros públicos? ¿Qué respeto, qué veneración pueden inspirar los

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