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Rt:urn(JN POl'\'LAR DE LOS Cli!NOS SI nosotros pudiéramos citar e1emplos a graneL Por lo demás, la creencia en el fong-sui da lugar a buenas ganancias a los geománticos y a los propietarios también, quienes, deseosos de vender un terreno, se en– tienden con ellos para que lo recomienden a sus crédulos clientes. Por lo que hace a las sepulturas de los difuntos, es de notar quepa– ra el examen del fong-sui no se busca un terreno donde los muertos descan!'ien en paz, sino un lugar tal que una corriente de prosperidad y bonanza vaya a chocar con los restos mortales de los parientes difuntos, de los cuales, por reflexión, esa bonanza y felicidad se derive a todos sus descendientes. Por eso es que ·cuando una familia vive en prosperi– dad, el mayor ultraje que puede hacérsele-y causa frecuente de infini– dad de cuestiones judiciales- es la exhumación de los mortales restos de sus ahtepasados. A eso es debido el que los chinos tengan por cosa indubitable que los famosos rebeldes Hoang-tchao y Li-tsu-tchang, bien conocidos en la moderna historia china, que al principio tuvieron tan buena fortuna, finalmente fueran vencidos, porque el gobierno pudo destruir las sepulturas de sus antepasados. Como es cierto también que los Boxers, el año de 1900, se empeñaron tan de veras por violar los ce– menterios europeos de Pekín, causa y motivo, a su parecer, de los pro– gresos del cristianismo y del desarrollo siempre creciente del comercio extranjero, que a todo trance querían impedir. Muchos letrados han hablado contra la geomancia con elocuencia, y tal vez, hasta con con– vicción. En nuestros días, días de progreso, según dicen, y de europei– zación, pocos serán los letrados que se atrevieran a defender en teorla los principios del jong-sui, pero en la práctica son poquísimos los que no se someten servilmente a ellos. la adivinación.-Después de haber estudiado lo más brevemente posible las dos manifestaciones más comunes y extendidas de la supers– tición china, sólo haremos mención de la tercera, el pa-koa, adivinación. La adivinación por medio de los diagramas, determina también los días faustos o nefastos, escudriña los caminos del cielo y el porvenir del hom– bre. Es lo que entre nosotros se llama la buena ventura. Indecisión in– vencible al principio, resignación fatalista después, tal es el estado men– tal de los chinos; estado que explica el recurso constante del pueblo a la adivinación, que le dispensa de decidirse por adelantado y le exime de todo disgusto y displacer después. Suceda lo que sucediere, es porque así debía de suceder y... tutti contenti. 10
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