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76 RELIGIONES DOMINANTES EN CHINA miento religioso, más ardiente, más viva parecía la fe exterior, y por un contraste de la naturaleza humana, la superstición siempre marcha a la par con la incredulidad. Apenas un europeo pone pie en tierra china, se encuentra en medio de una verdadera trama de errores que le harían reir, y comprenderá, no precisamente que los chinos no tienen religión, pero sí tal vez que su acción es casi nula, mientras que observará que la superstición es tan universal y potente, que lo absorve todo y lo invade todo. Llegado el caso, el chino no dudará en saquear, y despojar, y destruir si se quiere un templo budista, pero difícilmente se atrevería a dar sepultura a su padre difunto sin haber consultado antes con los sa– bios geománticos, pidiéndoles un día y lugar propicio para la ceremo- NA rIVOS DEL TIBET CONSAORADOS A BUDA nia. El chino, repito, reiráse, se burlará de las grotescas figuras, de los enormes cráneos, de las abultadas panzas de las divinidades taoistas, pero cuidado si temblará de miedo, y levantará el grito al cielo si un su vecino se propone elevar un muro más alto de lo ordinario; eso sería un grandísimo peligro para él, ese muro podría contrariar el fong-sui de su casa y familia. «El que deseare estudiar la influencia que la superstición ejerce so– bre el espíritu humano, ha escrito Matignon (1 ), hallará en China un campo de observación como no lo ofrecerá, sin duda, país alguno del mundo. El alma del pueblo chino está como saturada profundamente de ideas supersticiosas. Estas juegan un papel importante en la vida de (!) J. J. Matignon. Superstition, Crime et Misereen Chine, 4." edítion, púgs. 2 y siguientes. (París. A. Ma\oine).
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