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60 RELIGIONES DOMINANTES EN CHINA exactitud acerca de lo bueno y de lo malo, que de lo verdadero y lo falso, y su doctrina tiende más bien a corregir los vicios del corazón que los del entendimiento. Penetrando, por decirlo así, hasta la médula, hasta lo más recóndito de las existencias materiales, proclama su va– nidad y su pequeñez, y el conocimiento que adquiere de las cosas de este mundo, le empuja a lanzar tremendas excomuniones contra toda existencia material. Para él la vida misma es un mal, y cuanto tiene exis– tencia no es sino un fantasma hipócritamente lisonjero, y llama que con su esplendor engaña y que atormenta con la pena que causa. De principios axiomáticos corno estos, derívase todo el sistema filo– sófico-religioso del Budismo. En el mundo que se agita y se mueve con viveza, en las alegrías y regocijos del corazón, en los suspiros del espí– ritu inundado de vehementes deseos, no ve sino sombras vanas, ilusión pasajera, impalpable y fugaz. Según esa doctrina, cuanto a los hombres nos rodea semeja a un buque cargado de mil penas y sufrimientos, na– vegando por mares desconocidos hacia un puerto ignoto, perdido en la bruma ... hacia la muerte. Semejante a un artista de imaginación enfer– ma, Buda riega todo lo existente con riego de amargas lágrimas. ¿Que el sol desaparece al anochecer envuelto en nubes grises o ígneas? es que el astro rey va llorando lágrimas de sangre y de fuego por su pre– maturo, rápido descendimiento. ¿Que la tierra, con sus flores olorosas y sus verdes plantas, se halla envuelta en ténue neblina? esa neblina no significa, no es otra cosa que las lágrimas de la tierra... El dulce mur– mullo de las aguas, el silbido de los vientos, el tumulto de las olas del mar, no son sino el llanto de dolór de la naturaleza, expresado con so– nidos más o menos débiles, con voces más o menos fuertes. ¿Y a qué tanto dolor y lágrima tanta? ¿Cuál es su causa? Las pasiones del cora– zón, respondería Buda, y en especial la concupiscencia, la cólera, la ig– norancia son la causa motriz. Y explicada así la causa del dolor, es fá– cil, según él, endulzar las lágrimas, hallando al efecto su remedio eficaz, que no puede ser otro que la observancia de los preceptos de la ley, y, mediante esto, libre el corazón de las pasiones, puede obtener un estado de completa indiferencia para todas las cosas. Como entre los bracmanes, así entre los budistas la metempsícosis es un dogma fundamental. Para los unos y los otros, todo ser es como una flor cerrada que debe abrirse poco a poco hasta llegar a su com– pleto desarrollo y a lucir sus variados y ricos colores. Todo ser, me– diante evoluciones sucesivas, se desembaraza de la conexión que con la materia tiene, se purifica, se sustrae al ominoso yugo de sus pasiones y libre de los lazos con que el mundo a él ligado le tiene. Mas el resul– tado final no es el mismo entre los bracmanes y los budistas. Según los

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