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~~ 11 c::::@:::::J 11 c:::@=J 11 c::::@:::::J 11~: ~ VI El Budismo en teoría.-Nirvana,-Breve respuesta a una objeción. El Budismo en la práctica,-Monjes budistas.-Corolario. El Budismo erz teoría. • Lo primero que se me ocurre exponer acer– ca del sistema religioso del Budismo, dice el limo. Hospital (1), es que, propiamente hablando, no existe tal sistema, por la razón evidente y sencillísima de que no puede existir, siendo, como es, el Budismo, una religión ... completamente atea. Esto me parece indubitable si se atien– de a los principios fundamentales del Budismo; ahora que, como los Budistas, por una de esas inconsecuencias tan comunes en los hombres, no se conforman en la práctica con lo que admiten en teoría, cabe de– cir, en un sentido lato, que el Budismo es un sistema religioso,. V tanto es verdad esto último, que no podrá negarse que el Budis– mo, como sistema religioso, tiene derecho a la más seria atención de todo espíritu verdaderamente pensador y reflexivo. Aunque fundado en errores capitales, enseña, sin embargo, un número sorprendente de los más bellos preceptos y de acabadas verdades morales. Del seno mismo de las tinieblas budistas se desprenden como rayos de luz de una cla– ridad y fulgor sorprendentes. Para todo pensador, este sistema religioso es uno de los más grandes trabajos emprendidos para elevar a la hu– mana naturaleza de su humilde nivel, arrancando del corazón las pasio– nes y disipando del espíritu el error. Es el más grande esfuerzo de la humana sabiduría para descubrir la causa real de nuestras miserias, y ha– llándola, curarlas en lo posible. Si el filósofo indio, que tan bien ha ex– plicado el hecho de la degradación miserable del hombre, ha fracasado en sus tentativas para conducirlos por el camino de la verdad y de la vida, es debido a que el hombre es incapaz de enmendarse por su propio esfuerzo, es porque tiene necesidad de algo superior a él para salvarse. Moralista más bien que filósofo, Buda discurre con más facilidad y (!) Juvcncio Hospital. Las religiones chinas, ya citado, pág. 222.

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