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BUDISMO 51 bonzos indios llegaron a tener novicios chinos, y estos novicios, hechos mayores, propagaron rápidamente el Budismo. Se edificaron pagodas, y gran número de chinos se hicieron rapar la cabeza e ingresaron en las boncerías. Los Simancos chinos (bonws de Chamen) pululaban por todas partes. Después, hasta el año 881, la historia general de China no hace me– moria del Budismo, sino es para decir que en 366 se consagró al culto búdico la primera de las grutas de Cha-tchou, en el Nan-sam, o para referirnos la introducción y propaganda de la secta en Corea, año 372, por el bonzo Cho-un-tao. Cuéntase que más tarde, precisamente a las postrimerías del reinado del tristemente célebre emperador Híao-ou-ti, de los Tsin, año 381, el monarca, habiéndose hecho convencido budis– ta, hizo establecer una boncería en su propio palacio, donde, despre– ciando amonestaciones y ruegos de sus fieles servidores, pasaba los días con sus bonzos. Parece ser que el Budismo no consiguió hacerle reformar sus depravadas costumbres, pues la historia, el año 389, nos dice de él: <Al principio, el emperador dirigía los negocios de Estado personalmente, como buen príncipe. Mas habiéndose entregado a la bebida y a la lujuria, ya no era él, sino un tal Sen-matao-tsen quien realmente gobernaba. Ahora bien, éste se dió también al vino, y ambos pasaban los días y las noches cantando báquicas canciones. Ferviente budista, el emperador vació el tesoro imperial en favor de los bonzos de ambos sexos, con los cuales vivía en la mayor intimidad,. Y añade: • Un día, el analista Lou-ua, pasando ante las puertas del palacio impe– rial, exclamaba: ¿Es posible que podamos permitir que esta morada se convierta en una boncería? Además, el comandante de la guardia im– perial, riu-ying, puso su placeta un decreto que decía así: Gentes mi– serables y ruines, bonzos y bonzas, gobiernan y disponen a su placer, vendiendo los altos cargos de Estado a quien mejor paga. ¡Ya no existe justicia en el Imperio! ¡Buda, un espíritu extranjero, con sus dogmas os– curos y vacíos de sentido, reina en todo por sus ministros, bonzos y bonzas, que propagan sus cinco preceptos y sus groseras observancias en el pueblo ignorante para arrancarle sus riquezas!... » El decreto no fué oído, ni tuvo, por consiguiente, efecto alguno satisfactorio. Y con esto, y con que seis años más tarde, en 405, Yao-hing, rey de Tsin, lla– mara a su corte al célebre bonzo Kumarajiva (que significa maduro de temprana edad}, tratándole como a un dios y asistiendo él con todos sus ministros a todas las instrucciones que a sus monjes daba este Sa– maneo, se levantaron de Oriente a Occidente y de Norte a Sur de la China innumerables y magníficas boncerías, y pagodas y torres budis– tas. Aparte de esto, y como si ello no bastara a la propaganda de la
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