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RUD!SMO y los ejemplos de Buda manifiestamente subversivos de todo orden. Mas el emperador Ming-ti tenía un padre y le entusiasmaba el Budis– mo, que destruía la doctrina de la piedad filial. El emperador de China afilióse a una sociedad de bárbaros extranjeros, y con ello labró a la China males sin cuento que duraron millares de años. El error, el pe– cado cometido por Ming-ti es de los que claman al cielo». ¡Singular figura, en efecto, la de este emperador, confuciano y budista al mismo tiempo! Porque, aun cuando la historia no lo .dice expresamente, una anécdota prueba que fué personalmente devoto de Buda. Ming-ti tuvo querella con su hermano Ying. Este, para ganarse la voluntad y aplacar la ira del emperador, le hizo saber que había renunciado al Taoismo, que, tras un ayuno de tres meses, había jurado a Buda enmendarse de sus defectos, y que con sus propios intereses contribuiría en adelante a sustentar y apoyar a los bonzos. Si el emperador no hubiese• sido pú• blicamente favorable al Budismo, su hermano no empleara ese argu– mento de persuasión. Vicisitudes que el Budismo ha sufrido en China..-Si pasamos de lar– go unas cuantas páginas de la historia china, y llegamos al año 194 de la era cristiana, nos encontramos con el reinado de Liou-hie, empera– dor Hien (190-220) el último de la dinastía rfan, y aquí una anécdoca interesante desde el punto de vista de la propagación del Budismo en China. Un tal Tao-Kien, gobernador imperial, tenía un subalterno,jac– totum de la provincia de su mando. Ti-young, que así se llamaba este hombre, era budista, y para dar mayor renombre y pompa a las cere– monias de su culto, invitaba al pueblo al estudio de los libros budistas. Llamó de las provincias vecinas a las familias adictas a la secta, colo– cándolas decorosamente en términos de su jurisdicción; de esta suerte pudo reunir más de cinco mil familias de convertidos al Budismo. Cuando estas familias celebraban sus procesiones, abluciones y fiestas en honor de Buda, hacía extender por el suelo preciosas alfombras y esteras de colores. Mas Tao-Kien fué vencido en guerra con otro gene– ral (Tsao-tsao), y su lugarteniente Ti-young vióse obligado a huír se– guido de todos sus cofrades budistas 1 refugiándose en Koang-hin, cuyo gobernador les hizo un buen recibimiento. Ti-young y los budistas, viendo que la plaza era rica y poco defendida, se sublevaron, hacién– dose dueños de todo. Buda, sin embargo 1 no siempre les fué propicio. Ti-young era atacado y vencido por el general Liou-you: la hecatombe de budistas fué horrorosa. Después de la gran dinastía de los rlan, que había ocupado el trono de la China durante cuatro siglos y medio, y que terminó el año 220, hasta la fundación de la dinastía de los T'ang, célebre como la que más (¡

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