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BUDISMO 47 duría y la perfecta iluminación del entendimiento; es el maestro de la humanidad y su guía y salvador• (1). Mas la palabra Buda no es solamente su nombre de oficio, sino que es también un personaje histórico y real, célebre en la India, y padre y fundador de las instituciones y de la doctrina comprendidos bajo la de– nominación general de ,Budismo,. Según unos, este personaje histó– rico nació el año 1031. La responsabilidad de esta fecha, siguiendo la opinión del P. Wieger (2), habrá que dejarla al Miroir historique, por– que no sin grandes probabilidades los anales chinos de los Mé (380-556) fijan su nacimiento en Behar, reino de Mogada, a orillas del Oanges, el año 687 antes de J. C. Hay dos maneras de contar la era budista, y así los unos hacen vivir a Buda en el siglo x y los otros en el v1 antes de la era cristiana. Si hemos de creer a los libros de sus secua– ces, Buda tenía color y tinte de oro puro; su cuerpo era sin mancha ni irregularidad alguna, como la piedra mármol; sus cabellos eran de co– lor lápiz-lázuli (el lápiz-lázuli, silicato aluminoso de sosa y cal, tiene hermoso color azul y empléase para preparar el azul de ultramar) y caía formando bucles redondos no mezclados ni ensortijados; poseía, asi– mismo, todas las bellezas, los encantos todos de la naturaleza. De pa– labra persuasiva, dotado de una extraordinaria inteligencia, de un co– razón compasivo para el menesteroso como para el rico, de una dulzura de trato y una disposición sin reserva para recibir sosegado e impávido toda suerte de insultos, de conducta sin mancha, y dotado, en fin, de cualidades verdaderamente excepcionales, Buda, en la propagación de su doctrina, ejercía tal atracción sobre las masas, que el vulgo decía: ,Jos dioses bajan del cielo para verle y para oírle». Agobiado por la asombrosa actividad de sus predicaciones, y habiéndole hecho daño una comida de carne fresca de cerdo, dicen las leyendas que se echó al suelo, y después de pronunciar la frase <nada es durable,, expiró. Mucho se ha fantaseado alrededor de la vida de este personaje, pe– ro la crítica, a nuestro modo de pensar, no ha podido aún formarse un concepto exacto, justo y cabal de ella. V sin que éste arduo y tal vez insoluble problema-por otra parte nada interesante a nuestro objeto– nos distraiga demasiado en estas breves observaciunes y notas, pasare– mos a hablar de la Introducción del Budismo en China.-EI año 65 de Jesucristo, Ming– ti, XV emperador de la dinastía de los Han, abrió al Budismo las puer- (1) Juvencio Hospital. Las religiones chinas, ya citado, pág. 227. (2) Véase L. \X'ieger, S. J. Textes historiques, pág. 120. lio-Kien-fou, lmprimerie de la M.ission, 1902.

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