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CONFUCIANJS,\'10 pública han- de observarse a la letra, los católicos y los protestantes tie– nen, por el hecho de serlo, cerradas las puertas de los colegios y uni– versidades, y, por ende, el acceso a los grados académicos y a las ca– rreras del Estado. Y de esta suerte, la China veráse privada del concurso de los jóvenes cristianos, los cuales, frecuentemente, ya por su capaci– dad intelectual, bien por la moralidad y fuerza de sus costumbres, pu– dieran rendir a la nación grandes servicios. _La joven China ganaría mucho si, olvidando de una vez para siempre rancias prevenciones, diera l:1 más amplia libertad a las ideas religiosas de todos los ciudada– nos. Sus mejores súbditos los hallará entre sus cristianos.
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