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CONFUCIANISMO 43 decía el decreto, y que todo el mundo lo sepa. La libertad religiosa es una ley común a todas las naciones. La república china está compuesta de cinco grandes razas: la china, manchue, mongola, musulmana y ti– betana. Cada una de estas razas tiene sus propias y características cos– tumbres y usos, y es natural que sus religiones sean también distintas. Es indudable, por lo tanto, que fuera contra razón señalar una religión de Estado acomodada a todas ellas. Nuestro pueblo, así constituido de cinco razas distintas, tendrá la más completa libertad de abrazar la reli– gión, entre las existentes en el mundo, que más le plazca, a fin de que los habitantes todos de nuestra grande república puedan vivir en paz y en la más completa armonía,. De fijarse solamente en el tenor de este decreto oficial, creeríase que tan importante cuestión quedaba definitivamente resuelta y sancionada, y que la preciosa libertad, por tantos siglos de cruel despotismo tan ar– dientemente deseada, estaba asegurada para siempre. Pero ¡aquí la sorpresa! No se comprende cómo hombres cuyo ta– lento y diplomacia es forzoso reconocer, hombres que han dado testi– monio de energía y de clarividencia en medio de tantas dificultades por las que la China ha atravesado, en estos últimos años, para esta– blecer un nuevo orden de cosas completamente inusitado entre los pueblos orientales, puedan engañarse a sí mismos y tratar de engañar también a los otros. Porque en ese mismo decreto, bajo el mismo se– llo y la misma firma presidencial, se describen extensa y minuciosa– mente el ceremonial y ritos que han de guardarse para los obligatorios sacrificios al Cielo y a Confucio. El comité político-dice una parte del decreto-nos ha presentado una propuesta concebida en los si– guientes términos: Habiéndonos reunido para discutir la cuestión re– ferente al culto del cielo, que habéis tenido a bien someter a nuestra deliberación, somos de parecer que la forma más imponente de los ri– tos es el sacrificio-ofrenda; y que la más importante especie de sacrificio es el sacrificio al Cielo. Es necesario que estos sacrificios al Cielo, ob– servados en China desde la más remota antigüedad, se conserven in– cólumes. El Presidente de la República ofrecerá estos sacrificios como representante del pueblo, y !(,s funcionarios públicos de las diferentes provincias como personificación de sus respectivos subordinados. En Pekín, los sacrificios al Cielo deberán tener lugar en el templo llamado del Cielo, el día del solsticio hiemal, acompañados de postraciones, et– cétera; se sacrificará cada vez un toro». •V yo, gran Presidente de la República--termina diciendo el decreto-sabiendo que el sacrificio– ofrenda al Cielo ha sido tenido en grande estima desde los tiempos más remotos, vengo en decidir, conformándome con el dktamen del
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