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CON!'UCIANISMO 35 moral entre las clases de la sociedad; una moral, una enseñanza unifor– me fundada en esa moral, y una monarquía paternal, cuya existencia, sin embargo, no es china; una venalidad general y vergonzosa en la justicia y en la administración. Confucio insiste tanto acerca de guiarse por el ejemplo de los ancianos, que sus enseñanzas han contribuído a inspirar a los chinos una admiración profunda a su país, a su pasado, a sus propios recursos, a sus propias fuerzas comparadas con las de los extranjeros. «Confucio no creó nada ni descubrió nuevos horizontes, pero disipó las nieblas que ocultaban lo pasado; no emprendió rumbos desconc.cidos, sino que siguió fiel mente las huellas de la tradición-ya lo hemos dicho páginas antes-sin separarse, ni a diestra ni a sinies– tra, del trillado camino y de la antigua rutina, por lo que con justo motivo se le hace a Confucio responsable del atascamiento en que han vivido sus paisanos hasta el presente; pero también hay que reco– nocer, en honor suyo, que a él se le debe principalmente la uniformi– dad de sentimientos y aspiraciones, la unión íntima moral e intelectual de un pueblo tan grande como el chino, la estabilidad inalterable de sus leyes y· gobierno, la civilización no escasa, el orden perfecto y la tran– quilidad absoluta que han gozado los chinos durante tantos siglos• (1). la piedad filial.-Pero, en mi humilde opinión, los daños causados por Confucio a su Patria son incalculables. Fijándonos tan sólo en sus enseñanzas acerca de la piedad filial, que es como el fundamento de la moral confuciana, y, por decirlo así, la sola obligación moral precisa que conocen los confucistas, puesto que el culto de los antepasados no es sino una manifestación moral de la piedad filial, y la lealtad, la obe– diencia al Soberano, principio fundamental del Confucianismo, no es sino otra de sus formas y manifestaciones, una como consecuencia ge– neral; la piedad filial, digo, ¿ha hecho otra cosa que convertir la familia en un asilo de esclavos y reducir un pueblo, ya grande y civil, en la más absoluta ineptitud para toda noble iniciativa, para toda nueva crea– ción? fanático laudator temporis acti Confucio ha sido la causa de que en China todo innovador sea tenido por elemento disonante, heterogé– neo y peligroso. Las doctrinas de Confucio han cloroformizado a un gigante. Un caso de conciencia.-En la revista Apostolado Franciscano repro– ducía yo hace años un caso de conciencia relativo al principio confucista de la piedad filial, que lo tomaba de un periódico japonés. A título de curiosidad, y para que se vea la evolución que viene operándose en las ideas y mentalidad de los chinos y japoneses, lo traigo a este Ju- (l) Juvencio Hospital, libro ya citado, pág. 129.
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