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28 RELIGIONES DOMINANTES EN CHINA bias ensefíanzas llega al delirio; he ahí todo mi trabajo. Antes que se escribieran los libros sagrados de la China, que son, tal vez, los monu– mentos profanos más antiguos del mundo, ya existían en el seno de la colonia fundadora y pobladora de la China obras morales, históricas y religiosas, que perecieron, desgraciadamente, y a las cuales los actuales libros sagrados hacen frecuentemente alusión. Existía, además, una tra- UJNl°LJCIO dición oral, perfectamente conservada, acerca de las enseñanzas de los antepasados, y referentes también a los anteriores monumentos escritos. Confucio, en virtud de los importantes cargos que desempeñaba en la corte, así como por su reputación, tenía libre entrada a la biblioteca de los soberanos, donde se conservaban preciosísimos manuscritos, de los cuales apenas se sabe hoy otra cosa sino que existían realmente. De esta suerte, Confucio pudo asimilarse las doctrinas de sus mayores, propo– niéndose desde un principio la ardua misión-misión digna de un sabio de la antigüedad-de poner a la disposición de sus compatriotas esas enseñanzas sublimes, así como los ritos y ceremonias cívico-religiosas, que habían de perpetuarse hasta nuestros días. En pocos años, la fama de Confucio fué prodigiosa; el número de sus discípulos se contaba

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