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26 RtUGIONES DOMINANTES EN CmNA son cosas bien pequeñas, resulta que el pueblo chino cree a puño ce– rrado cuanto les dicen los taoistas respecto a resurrecciones, bilocacio– nes, encantamientos, juegos de superchería y de magia y toda suerte de fenómenos inexplicables; y no habiendo fábula, por absurda y ridícula que se la suponga, ni fantasmagoría, por bizarra que se la imagine, que no se halle en los dichos y hechos de los taoístas y no encuentre triste eco en los celestes, resulta, en segundo lugar, que, oyendo de boca del ministro del Evangelio sus misterios y dogmas y los hechos maravillo– sos de las Santas Escrituras, el chino buscará de un golpe, como por asalto, la manera de oponer a las obras de Dios las fascinaciones de la magia taoista; a lo verdadero sobrenatural, lo falso maravilloso; a los milagros, las truhanerías; a la profecía, la adivinación; en todo, la ilusión a la realidad; en una palabra, hará la parodia del Cristianismo con afir– maciones las más injustas, inverosímiles y ultrajantes. Puede ser, y D:os lo quiera, que el adelanto, el progreso, la civili– zación, el cambio de ideas de que hoy tanto se habla en China, hagan caer en ridículo, o por lo menos en el olvido, estas sandeces; parece ser, en efecto, que algo se ha hecho en ese sentido. Creemos que en un país de ciega sumisión, como es la China, bastaría para ello que las au– toridades afectaran no tomar en consideración alguna esos cuentos y que los rechazaran por malsanos.
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