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22 RELIGIONES DOMINANTES EN CHINA el Taoísmo hace de estas nociones, abstractas y vagas, una de las más tiránicas y más tenaces de las supersticiones del pueblo chino, que constituye el rompecabezas y la desesperación de los vivos que han de sepultar a los muertos; esta superstición llámase fong-sui, que luego ha– bremos de explicar.Si los discípulos de Confucio hablan del Tien (cielo), los de Lao tse glorifican a su Tien sen (espíritu del cielo), a quien le co– locan en una de las constelaciones boreales, en la Osa mayor. El Con– fucianismo preconiza el culto de los antepasados, pero de una manera indeterminada y vaga; el Taoísmo llega a explicar y a definir, a su ma– nera, cómo los ascendientes pueden utilizar ultratumba, en el mundo yiin, los alimentos, hábitos o ropas, y dinero que se les ofrece por los descendientes. Como el Confucianismo, no admite la doctrina de una vida futura; de aquí que los taoistas, sin duda por no ofenderles, ha– blan de ella lo menos posible, y con frecuencia, lo mismo que los lite– ratos, no ofrecen más que felicidad terrena y larga vida. En cambio, los budistas tienen un paraíso para aquellos que han terminado con las vicisitudes de la metempsícosis, lo cual los taoístas posteriores lo admitieron también y aun con más amplitud de miras. A las fantásticas cronologías de los budistas, los taoístas opusieron otras mucho más sorprendentes, que tuvieron buen cuidado de hacer con– cordar con las mitologías y antiguallas nacionales. El Budismo tiene la trinidad figurada en las paredes de todos sus templos; a ella el Taoísmo opone la suya de los tres, puros, personajes o personificaciones, de los cuales, habiendo sido tan adulterada la doctrina de Lao tse, sólo se sabe como cosa cierta que son tres. frente al Dalai Lama de los budistas, que se perpetúa por sucesiva encarnación, colocan los taoístas a su Tao-che vivo, supremo pontífice de la secta. El calendario de los taois– tas es por extremo rico en divinidades, lo que halaga grandemente a los chinos; además del Tien-sen, veneran ellos al dios de la guerra, al de la longevidad, al del infierno, !os ocho inmortales, a saber: grandes dignatarios del Estado, canonizados por los Emperadores y reconocidos como espíritus inmortales por el supremo pontífice de la secta; en fin, mil y mil otros grandes y pequeños dioses de ambos sexos. fuera tarea difícil y hasta imposible tratar de explicar la amalgama del Taoísmo, cuya doctrina y cuya moral, sino las más perfectas de las qué han sido elaboradas en China, son, por lo menos, en frase de su fundador, la quinta esencia de todas ellas,. El Taoísmo en la práctica.-Independientemente de las doctrinas que profesan cada cual a su modo y manera, pero con una ignorancia grosera de los dogmas y principios de su secta, los ermitaños y monjes taoistas son, en el Imperio celeste, los portaestandartes del charlatanis-
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